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Oviedo, puentes bajo el olvido

Varias pasarelas de la ciudad y del concejo, algunas con cientos de años a sus espaldas, como los pasos de Godos y Olloniego, se hallan en estado de abandono o ruina

Vadear un río, servir de puerta a una ciudad, contemplarla desde lo alto o coger un tren para irse de ella. Todas esas cosas, entre otras muchas, dan utilidad a un viaducto o puente, sin olvidar que también pueden conocer ruina y acabar, valga el retruécano, "debajo de un puente". A medio camino entre ruta por la historia y llamada de atención para preservar nuestro pasado, esta es una selección de puentes precarios pero con enjundia en la ciudad y el concejo de Oviedo.

Olloniego. El puente seco del fielato de San Pelayo es una de las infraestructuras más antiguas y peculiares de Asturias. Antigua porque data del siglo XII, con reforma en el siglo XIV y señales de una base precedente de época romana. Y peculiar porque es un puente sin río que durante los últimos tres siglos no ha visto más agua que la que le ha llovido encima. Que no ha sido poca. La causa está en la gran riada del Nalón de 1676, un cataclismo meteorológico y tectónico que desplazó el cauce del río casi cien metros hacia el oeste, dejando el puente sin uso y dotando al lugar de una estampa inaudita. El conjunto entero, al pie de la antigua Carretera de Castilla, lo completan la torre circular y el Palacio de Muñiz, construidos en el siglo XIV con diversos añadidos góticos, renacentistas y barrocos. Con estos mimbres, sorprende que no se le dé uso cultural ni turístico, y pese a que se mantiene en razonable buen estado, ni los esporádicos arreglos y retiradas de maleza evitan que el aspecto que ofrece el complejo de Olloniego se ajuste al de "monumento histórico abandonado". Esa y no otra, por desgracia, es la categoría que ostenta este singular recinto, tal vez por estar en ese "otro Oviedo" que desde hace décadas solo se publicita y se jalea cuando toca campaña electoral.

Puente de Godos. Con orígenes teñidos de leyenda (una batalla protagonizada por el rey Pelayo) y un final con más visos de realidad (una riada, probablemente la misma que inutilizó el de Olloniego), las ruinas de este puente son una de esas sorpresas que, si el visitante da con ella de improviso, se queda para siempre en la memoria. En Godos, lugar de Trubia, se yerguen sobre el Nalón los dos viejos pilares de lo que en su día fue un importante acceso a Oviedo desde Grao. La escasa documentación existente lo data con fiabilidad a finales del medievo como punto de paso del Camín Real de La Mesa, y confirma igualmente que durante el siglo XV se mantuvo en pie. El derrumbe debió llegar poco después y sus restos, belleza de lo decadente, tuvieron que haber hecho las delicias de aquellos viajeros ingleses y franceses del siglo XIX, que recorrían España o Portugal tras las huellas de un pasado, para ellos, tan exótico como idealizado.

Vías del Postigo. Las obras del "cinturón verde", que a partir de 1996 eliminaron las antiguas vías del Ferrocarril Vasco que rodeaban el centro de Oviedo, supusieron un cambio radical en el urbanismo de la ciudad. Desde las polémicas por el derribo de la vieja estación o las obras faraónicas sin amortizar en los solares anexos, hasta los beneficios de abrir rutas y espacios entre Oviedo y sus aledaños, el debate sobre la idoneidad de todo aquello sigue abierto. Lo cierto es que aún queda una huella de lo que hubo antes: entre las calles Azcárraga y Postigo Bajo subsiste hoy el único puente ferroviario dentro del casco urbano que la maquinaria de demolición no se llevó por delante. Se trata de una estructura de 40 metros, hecha de acero y cemento, en el extremo de los últimos 120 metros de plataforma ferroviaria que, entre malezas y restos de raíles, permanecen semiocultos rodeando los terrenos de la antigua fábrica de gas. Al parecer, diversas cuestiones de permisos, propiedades, plazos, presupuestos y competencias motivaron que este tramo no fuese demolido durante aquellos trabajos. Pero de lo que no hizo la piqueta se ha ido encargando el paso del tiempo: óxido, suciedad, grafittis, abandono general y un discreto hueco junto al edificio anexo, usado principalmente como mingitorio para las noches de juerga y otras edificantes actividades, componen el cuadro actual de este rincón. Mal destino para un hito testimonial del pasado que, a diferencia de la muralla medieval o el túnel de Santo Domingo, no ha suscitado -al menos de forma pública- ni un solo comentario entre las autoridades competentes de cara a conservar este símbolo de la historia reciente de la ciudad.

Viaductos de tren sin tren. En Oviedo se ha eliminado un buen trecho de vía férrea histórica, si bien es cierto que gran parte de su trazado ha sido reciclado. La senda verde que comunica Fuso de La Reina con el parque de Invierno, sobre la antigua plataforma, es un ejemplo. Y en La Corredoria está la prueba de que algunos puentes alcanzan segunda vida: allí el Nora comunica Oviedo y Lugones utilizando la vieja conexión de acero entre la calle General Elorza y Pumarín, que las cruzaba en diagonal desde lo alto con sus trenes y que en 1998 se despidió para siempre de los viandantes de la capital. Para pasarse, eso sí, la friolera de 15 años de "purgatorio" agarrando óxido a la intemperie, apilado con otros restos de obra junto al campo de fútbol de Los Castañales. No es el único caso: en Trubia, los vecinos estuvieron más de una década pidiendo la reparación del viejo puente de Renfe que cruza el Nalón hasta Soto, en total desuso ferroviario y reutilizado como pista peatonal para salvar el río. Su deterioro hacía peligroso cruzarlo, sobre todo en días de lluvia. Una vez reparado, esta misma semana ha comenzado la obra que va a unirlo con la otra pasarela existente sobre el paso a nivel anexo, también muy deteriorada y sin adaptación de accesibilidad. Aunque es para congratularse, no estaría de más dejar alguna señalización que recuerde que este nudo ferroviario, y sobremanera el puente, es de lo poco que queda en pie de la antigua línea Trubia-Oviedo de cercanías de Renfe, desmantelada a comienzos de 1997 y traspasada a Feve como resultado de la reorganización del tráfico ferroviario que trajo el citado y controvertido "cinturón verde" de la capital.

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