Los cabraliegos pueden dormir tranquilos. El futuro de su producto más internacional está más que asegurado. En torno al queso fluye una cultura social que pasa de generación a generación. Así se vio ayer en el taller infantil de elaboración celebrado en la Cueva Exposición del Queso en Arenas. Tomaron parte en el mismo una veintena de niños de diferentes edades. Todos ellos, además de cantar las bondades del queso, aseguraron que en un futuro no les disgustaría dedicarse a su elaboración.

Ordeñar las vacas, ovejas y cabras, calentar la leche y añadir el cuajo para luego romperlo, desorar y moldear para luego elaborar y dar forma al producto son los pasos de la receta para hacer el cabrales. Ayer se la explicó a los niños con todo lujo de detalles uno de los responsables del taller, Óscar Díaz, auditor del Consejo Regulador. "Con todo esto buscamos que los más pequeños se familiaricen con el queso y su elaboración. Muchos de los niños son nietos o bisnietos de elaboradores. Se lo pasan muy bien, salen de aquí encantados y la gran mayoría repite", dijo.

Andrea del Corro Remis, de tan sólo 8 años, acudió en compañía de su abuelo Rafael Remis y de su madre, Susana Remis. "Nos parece fenomenal esta iniciativa para que los niños conozcan toda la tradición que hay detrás del queso", dijo el abuelo.

Susana Remis aseguró que la pequeña es fanática del cabrales desde bebé. "Su padre le untaba queso en los labios y le encantaba", dijo. "Me como el queso sin pan ni nada", manifestó Andrea del Corro. Las pequeñas Tania y Lucia Gutiérrrez Cano fueron al curso junto a sus padres, Jéssica Cano y el malagueño David Gutiérrez. "Mi abuela era pastora, tenía una cabaña en el puerto y hacía queso. Quiero que mis hijas conozcan esa tradición y el proceso para hacer el queso", señaló Jéssica Cano. Su marido se confiesa fan absoluto del manjar cabraliego.

Las hermanas Jimena y Lourdes Moradiellos, de 9 y 10 años, respectivamente, se tomaban muy en serio todo el proceso para dar forma al queso. Ambas son de la localidad de Poo y recuerdan que sus abuelos eran elaboradores. "La parte que más nos gusta del proceso es estrujar el queso y darle forma", indicaron. Ninguna descartó, en un futuro, dedicarse a la elaboración. En el mismo grupo que las hermanas Moradiellos estaba Paula Alonso, de 9 años. "Mi padre trabaja en una quesería. Me gusta mucho todo el proceso para hacer el queso. Además, es muy divertido", dijo.