Algunos estudiosos afirman que la irrupción de la mujer es posiblemente el acontecimiento más relevante de las últimas décadas en el cómic, un arte que a lo largo de su historia ha sido propenso al subrayado de la testosterona y de los valores ideológicos del patriarcado. Lo piensa, por ejemplo, Norman Fernández, especialista que mantuvo ayer un debate muy ilustrativo -nunca mejor dicho- con algunas de las autoras que vienen revolucionando la historieta: desde una pionera como Marika Vila o una veterana como Laura Pérez Vernetti-Blina, reciente ganadora del Salón del Cómic de Barcelona (sólo tres mujeres lo han obtenido a lo largo de treinta y seis años), a otras más jóvenes como Ana Penyas, Antonia Santolaya o Laura Fernández. Fue en la "Semana negra", que en su trigésima primera edición pone el foco sobre el imparable feminismo que viene a acabar, por la vía de la razón, con modelos de dominación carentes de sentido en una sociedad que se define como democrática.

Una batalla a la que no ha sido ajena el puñado de artistas que viene peleando -con el talento y la constancia como armas- por quebrar la insostenible costumbre de "invisibilización" de las mujeres en los lenguajes del cómic. Y lo que es peor: la perpetuación de ciertas visiones masculinas que se han convertido casi en canónicas en una de las artes que ha impregnado la cultura popular.

"El sujeto del cómic ha sido varón"", aseguró Marika Vila, una referencia para algunas de las nuevas historietistas. Trabajó en publicaciones tan recordadas como "El Papus". Es la autora de un informado y pertinente trabajo sobre esa larga batalla que es pieza sustancial de "Derrumbando estereotipos. La subjetividad femenina en el cómic", un libro que se regaló ayer en la "Semana" y reúne las piezas de la exposición homónima. Esta muestra, que incluye obra de la asturiana Raquel Lagartos, es una de las apuestas de los organizadores del festival cultural gijonés.

¿Qué ha ocurrido en las páginas de la historieta de los últimos años? "Emerge una nueva subjetividad femenina, pero no como un todo homogeneizador; se produce una ruptura del tópico y aparece la diversidad que se construye cada día". Un buen ejercicio de síntesis con el que Marika Vila describe esa metamorfosis de un cómic de nítidas correspondencias con la mentalidad patriarcal, a otro mucho más atento a la polifónica variedad del mundo. "Como autoras y lectoras debemos renovar y cambiar el lenguaje, los códigos", añadió, antes de encadenar: "Esa emergencia de autoras jóvenes es impresionante, aunque son aún una minoría en un mundo (el del cómic) muy duro en el que es clave la constancia de la artista".

Laura Pérez Vernetti-Blina es una de esas mujeres que simbolizan la indesmayable labor al servicio de su obra y de su manera de entender el arte de contar historias a través de dibujos y palabras. Barcelonesa de 1957, trabajó durante diez años en "El Víbora". Aseguran que ha sido capaz de trasladar a sus creaciones una nueva mirada sobre el erotismo. "Sí, empecé en 'El Víbora', donde el director era un machista, aunque es cierto que otros autores me apoyaban", relató. Muchas jóvenes historietistas se ven reflejadas en su tenacidad: "Y sigo a contracorriente; he acabado una obra y no tengo editor". Y eso que hablamos, como se ha dicho, de la última premiada en el Salón del Cómic de Barcelona.

Laura Pérez Vernetti-Blina homenajeó a su manera a Núria Pompeia, otra pionera del historietismo feminista español a la que la "Semana" ha recordado en alguna ocasión. "Tengo ya edad para que me mimen, pero sigo en el cómic experimental, en el erótico y en la poesía gráfica". Una lección de fidelidad a unas convicciones.

No ha pasado desapercibido tampoco el trabajo de Antonia Santolaya. Marika Vila elogió el "lenguaje radical" de esta riojana de 1966. Una autora que alterna la ilustración con el cómic. Tiene en marcha un proyecto de biografías dirigidas al público infantil sobre mujeres de la enjundia de Virginia Woolf, María Zambrano, Carmen Martín Gaite o Gloria Fuertes. Sus mujeres-árboles son un icono de su manera de entender la relación con la naturaleza. "Me encanta estar aquí y que podamos estar juntas", dijo.

Ana Penyas es valenciana de 1987. Era la más joven de las convocadas ayer. Ha llamado la atención de público y crítica por "Estamos todas bien" es un libro en el que mira hacia las abuelas. "Es el trabajo más importante del año pasado", hizo resaltar Marika Vila. "Para mí, todo esto es un regalo de la vida", señaló la joven artista. Viene de la ilustración: "Mi intención es contar la historia de mujeres que nunca podrán narrarse a sí mismas: nuestras abuelas; sus relatos son una de las carencias del cómic de este país, mujeres que nos han cuidado y estaban en las sombras de las casas".

La argentina Laura Fernández, otra de las invitadas ayer, tiene también una destacable vena teórica. Hizo referencia a su paisana Maitena. Y contó, tras desnudar algunas de las figuras del patriarcado, su recorrido desde la periferia.