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Carbayos para los carbayones

"Nadie se queda atrás", arenga la guía de la ruta entre Oviedo y el parque de La Cebera, en Lugones, a los participantes

Patricia Hernández, Natalia Fernández y Ángela Val, a la hora de reponer fuerzas. Debajo Lorena Rodríguez, ante el Puente Vieyu de Lugones. LNE

Dejando atrás Vallobín, desde la estación de Renfe y pasando por la Losa se llega a la pista finlandesa. Esta vía, en la falda del Naranco, versa del siglo XVII cuando el pico se convirtió en un objeto de interés minero y se aplanó el terreno para la construcción de un ferrocarril que sirviera para el transporte de mineral.Y justo ahí, comienza el camino que une Oviedo y el parque de La Cebera, en Lugones, un recorrido de 14 kilómetros aproximadamente, que organizó y realizó ayer por la mañana El Hotel de Asociaciones Santullano, en conjunto con la agrupación Biodevas, por la conservación de la naturaleza.

Con esa explicación sobre su origen, comienza la ruta la guía y bióloga María Menéndez. Además, advierte a los participantes - siete chicas y un chico- de ponerse crema, la mascarilla y disfrutar del paisaje; ya en la primera parada, a la entrada de la pista, arenga: "Aquí no se queda nadie atrás. Si tenemos que parar para hacer un descanso, se hace". Y continúa la senda hasta llegar al final de la pista que rodea el Pico Paisano. El camino que sigue indica "Puente viejo", en un cartel amarillo, al que le falta una esquina. "La parte que no está es la que indica la dirección a seguir", explica, mientras toma una carretera que rodeará la depuradora Villaperi, bordeando el río Nora y llegará hasta un bosque de carbayos.

El sendero continúa cuesta abajo. Un roble recibe a los visitantes de la ruta, que se detienen a observarlo, mientras la guía aporta otra curiosidad: "Este es un carbayo. Antes había muchos más y por eso, los ovetenses reciben el nombre de carbayones". Después, avellanos, castaños y eucaliptos, la "especie invasora", una plaga que para María Menéndez debería desaparecer en Asturias. Finalmente, atravesando el "Puente Viejo", de origen romano pero con claras influencias medievales, se llega al destino final: el parque de la Cebera. Y sacando su bocadillo, la guía canguesa invita al resto a sentarse y habla de la necesidad de cuidar los carbayos y demás plantas.

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