Caminando hacia Venta de Piedra Jueves, un quad pasa a toda velocidad por la senda Lo conduce Cristian, un ganadero de la zona, que acude a las faldas del pico Michu para alimentar a su ganado. El sonido del vehículo rompe de forma artificial un silencio que de vez en cuando también corta el mugido de las vacas, el relinchar de los caballos y el berrear de los toros. El ganadero también posee un gigantesco mastín leonés, que, cuida que todo esté en orden con la nobleza -y la parsimonia- que caracterizan a esta raza de canes.

Cristian da de comer sal al ganado y advierte de que no hay peligro de pasar junto a los animales, que hacen caso omiso de los caminantes. Salvo por este ganadero y otros dos que dirigen un tractor justo en el Alto de San Lorenzo, apenas hay vida humana por la etapa primera del Camín Real de la Mesa. Una realidad que, aunque puede sonar relajante, también conviene tener en cuenta a la hora de planificar el viaje. Y es que si sucede algún imprevisto, será complicado encontrarse con alguien que pueda ayudar.

Por eso, advierte Pepe Monteserín, hay que estar en buena forma a la hora de enfrentarse a una senda de casi 30 kilómetros, sobre todo, en verano, cuando el sol aprienta. "Si nos da un tirón, apenas hay escapatoria porque por aquí apenas pasa nadie", describe el escritor. Aún así, el paraje invita a dedicar un tiempo generoso al descanso, para poder entrar en contacto con la naturaleza y con silencio. Un silencio que solo rompen las vacas con su mugido y su cencerro, los caballos y algún que otro toro con su berrido.

Pepe Monteserín es de Pravia y con eso debería quedar todo dicho. Al menos, así es como se describe el autor en su página web. Pero, por si acaso hicieran falta más detalles, el articulista de LA NUEVA ESPAÑA añade en la red de redes una breve descripción de su prosa, que cataloga como "hiperbólica, irónica, crítica e insistencialista más que terca". Para Monteserín, escribir parece un paseo y suma en las páginas de este periódico millares y millares de artículos.

Precisamente, pasear es una de las cosas que más ama el autor. Buen conocedor de la montaña asturiana, acostumbra a escapar al monte y a hacer rutas de montaña, cuanto más complicadas mejor. Con su gorro, un complemente inseparable, sobre todo cuando el sol aprieta, y con una aplicación en su teléfono móvil, Monteserín pasea y pasea. "Uno de los mayores peligros que hay ahora es la maleza, porque te hace desaparecer el camino", advierte el escritor praviano.