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Así se ve el mundo desde una moto

El aventurero Miquel Silvestre descubre las curiosidades del planeta: la hospitalidad iraní, los mejores talleres de África, la hiperburocracia de Egipto o los horrores de Venecia y el Everest

Miquel Silvestre, en el desierto de Mojave, en la Ruta 66; y en el Niemeyer de Avilés. | Miquel Silvestre /

Miquel Silvestre se subió hace13 años a una moto para recorrer el mundo. Y todas sus aventuras a lo largo del mapamundi las ha descrito en su último libro “La vuelta al mundo en moto: Ruta de los Exploradores Olvidados”, de presencia reciente en las librerías. La ruta comienza en África, cruza India de sur a norte, atraviesa Nepal y salta a Asia en un constante cambio de latitudes y longitudes que le llevan a Filipinas, para dirigirse luego hacia América.

En un cuestionario rápido este explorador intrépido responde a toda la percepción que se logra tener del mundo desde una moto.

–En cada parte del mundo la gastronomía es muy diferente, ¿Cuál fue el sitio en el que mejor ha comido? ¿y el peor?

–Donde mejor se come es en España. En general se come bien en toda la cuenca mediterránea, desde Francia hasta Marruecos pasando por Turquía; es todo muy similar, es nuestra dieta, basada en cereal, aceite de oliva, legumbres, verduras... Donde peor se come es en zonas muy lejanas a tierras fértiles como Mongolia, donde la comida popular se basa en pasta y grasa animal.

–A veces debe ser complicado conseguir una ducha con agua caliente, sobre todo en los países menos desarrollados. ¿Cuál ha sido el periodo de tiempo más largo que ha pasado sin poder hacer algo tan básico como ducharse?

–Nunca he pasado más de 2 o 3 días, porque todo el mundo se lava. Recuerdo haber tomado la mejor ducha de mi vida en Kazajistán, en pleno desierto. Una familia me dejó usar su baño. La ducha era una caseta de madera en mitad del páramo, tenía un bidón encima y el agua caía por gravedad. El sol la había calentado y al atardecer el agua salía caliente. La puerta de tablones llegaba hasta la altura de los ojos. Me duché mirando la estepa infinita y los camellos de Asia central después de dos días de conducir la moto sobre polvo y piedras. Fue uno de los mejores momentos que puedo recordar.

–A veces los sitios no son como se los imagina. ¿Cuál ha sido el lugar que más le ha sorprendido?

–Sudán, por la amabilidad y honradez de sus gentes. Te esperas una dictadura islámica y genocida, un país del eje del mal y encuentras una sociedad pacífica y hospitalaria.

–¿En qué lugar le fue más complicado conseguir comunicarse con los locales?

–El inglés no se habla en muchos países; por ejemplo en los del antiguo bloque soviético era el idioma del enemigo y solo se habla ruso como lengua extranjera. Tal vez el país donde más difícil fue hacerme entender fue Indonesia, hasta que empecé a decirles “very good, my friend”. Eso sí lo entiende todo el mundo, y abre muchas puertas.

–¿Cuál diría que es la población más hospitalaria al extranjero?

–El país con la gente más hospitalaria es Irán, después puede estar Tayikistán y Turquía. Son personas muy afables y acogedoras. Es un precepto religioso del Islam recibir y agasajar al viajero, pero los persas son especialmente hospitalarios, también porque tienen poco contacto con el exterior.

–Por contra, ¿qué sociedad ha notado más desconfiada y distante?

–La sociedad occidental y rica es la más desconfiada de todas. Dentro de ella, la que más fría y distante resulta es la canadiense y la estadounidense, especialmente en las ciudades.

–¿Cuál ha sido el sitio más sucio en el que le ha tocado dormir?

–He dormido en todo tipo de lugares: de los más maravillosos parajes dentro de mi tienda de dormir, hasta hoteluchos infectos. Quizá el sitio más sucio haya sido sobre el suelo de un barco en Filipinas y rodeado de gente que iba y venía. Estaba tan agotado que me quedé dormido sin darme cuenta. Con esa escena comienza mi libro “La vuelta al mundo en moto”.

–¿El ritual religioso que más le haya impactado?

–Pues me impactó no tanto un ritual sino una contradicción. En Tailandia los monjes budistas, que se supone que son pobres, no pueden tener propiedades individuales y viven de la mendicidad, iban a los centros comerciales de Bangkok a comprar todo tipo de aparatos tecnológicos como enormes televisiones de plasma. Ellos no pueden tener nada, pero su congregación sí, de modo que lo del voto de pobreza me parecía un cuento.

Miquel Silvestre, en el salar Uyuni de Bolivia, | M. Q.

–¿El país que tiene un tráfico más peligroso?

–La India, sin lugar a dudas es un matadero.

–¿Alguna vez ha tenido dificultades para conseguir combustible para la moto?

–Allí donde hay seres humanos hay vehículos y donde hay vehículos hay combustible. Lo que puede no haber es gasolineras, o que no dispongan de suministro, como en países de precios regulados. En Uzbekistán, por ejemplo, las gasolineras nunca tienen gasolina. El precio oficial está subvencionado y siempre está agotado el combustible. Sin embargo, cerca habrá alguien que venda gasolina en su casa al precio real que fija el mercado negro. El dueño de la gasolinera le vende todo el suministro al precio oficial y luego se reparten las ganancias. Solo hay que preguntar y te indicarán dónde comprar.

–¿Alguna vez ha necesitado un taller para la moto y no había? ¿Y qué ha hecho?

–Los mejores mecánicos están en África o Asia, allí no se cambian piezas, se reparan. Los vehículos son esenciales para la supervivencia de las comunidades más pobres y no hay tiendas de repuestos, de modo que los mecánicos no solo son muy buenos sino que son los personajes más importantes de la comunidad. Todo el mundo los conoce y tiene su teléfono. Si tienes un problema mecánico, cualquiera te localizará al mecánico que pueda arreglarlo aunque sea con una chapuza para salir del paso.

–¿En qué país ha encontrado mayores problemas burocráticos?

–El podium lo ocupan Egipto y Rusia. Son países de burocracias muy complicadas para importar temporalmente un vehículo a motor.

–¿Cómo hace para llevar siempre la moneda adecuada y sacar dinero?

–Los cajeros automáticos funcionan en casi todos los países. Y donde no los hay o no funcionan, la solución es el dólar. Para cambiar hay que llevar billetes de 50 o 20 dólares. Pero para pequeños pagos llevar una buena cantidad en billetes de un dólar permite hacer compras de comida, alojamiento y gasolina en cualquier sitio, todo el mundo conoce la conversión de su moneda al dólar.

–¿Ha habido algún lugar que le haya sorprendido que no fuera un lugar turístico?

–El mundo recorrido por carretera está vacío de turistas. Los turistas van en avión y se concentran en los lugares “imprescindibles” que aparecen en las listas. Pero las vías terrestres que cruzan los países no son su territorio. El resto de cumbres del Himalaya que están por encima de los 6.000 metros no tienen problemas de atasco y la experiencia espiritual, deportiva y estética es superior a la del Everest, pero la mayoría quiere colgarse la medalla de haber subido la cumbre más alta para Instagram y no le interesa tanto lo de subir montañas grandiosas por el placer de hacerlo. Yo siempre encuentro paraísos desiertos y es ahí donde quiero disfrutar porque para mí el verdadero lujo es la soledad.

Así se ve el mundo desde una moto Carmen JAQUETE

–¿Qué ropa se lleva para recorrer el mundo?

–En un viaje de vuelta al mundo en moto lo que hay que hacer es buscar el buen tiempo, y eso supone que en los meses invernales del hemisferio norte hay que ir al hemisferio sur, y al revés. También hay que evitar las temporadas de lluvia en África y los monzones en Asia. Aparte de eso, hay que llevar buena ropa térmica y un mono impermeable. Y con eso y mucho estoicismo se puede uno adaptar a los distintos climas .

–¿Cuál ha sido el lugar más frío en el que ha estado? ¿y el más cálido?

–El más frío ha sido sin duda el paso de montaña a 4.000 metros que hace frontera entre Tayikistán y Kirguistán en la cordillera del Pamir; me pilló una ventisca de nieve que casi acaba conmigo. Otro país donde he pasado frío fue en Noruega, cuando llegué a Cabo Norte en abril. Y donde más calor he pasado ha sido en Uzbekistán, en pleno verano aquello es un horno.

–¿El animal más raro que se ha encontrado?

–He encontrado osos en Alaska, elefantes en Bostwana, rinocerontes en Sudáfrica, monos en Nepal, o hipopótamos en Tanzania. Pero el animal más raro siempre es el hombre. He topado con tipos absolutamente estrambóticos.

–¿Cuál fue el lugar al que más le costó acceder?

–El lugar donde está enterrado Pedro Páez, jesuita español que descubrió las fuentes del Nilo Azul. Está enterrado en las ruinas de un palacio a orillas del lago Tana en Etiopía y no hay carretera para llegar. Fue muy difícil y accidentado ir hasta allí en moto. Pero me empeñé y lo logré.

–¿Se ha encontrado con algún lugar en el que hubiera demasiados turistas, hasta el punto de ser muy agobiante?

–La lista de lugares masificados es interminable, cualquier sitio que se conoce universalmente es incapaz de acoger a todos los que quieren ir; para mí son el infierno, sitios a los que solo voy para mostrar en mis documentales lo masificados que están y lo agobiantes que son. El ejemplo perfecto es Venecia, pero hay muchos más, como el Everest, convertido en un atasco de escaladores deseando hacer la cumbre más alta del mundo.

–¿Cuál es un objeto imprescindible en sus viajes?

–La cámara de vídeo para filmar mis documentales. Yo viajo para contar historias para televisión como mis series en La2, Canal Viajar y Amazon Prime. Una navaja multiusos nunca falta tampoco.

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