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Bandas sonoras en los lugares clave del verano

Serxu Luaces pone música de gaita al paseo por el puente de Cangas de Onís y Rodrigo Aguilera ameniza con su violín la ovetense calle Uría

Serxu Luaces, tocando en el puente de Cangas de Onís. J. M.C.

Existen lugares emblemáticos turísticos con su peculiar banda sonora, y El Puentón de Cangas de Onís, a la vera del Sella, no podía ser una excepción. Desde el verano del año 2008, dispone de su peculiar “hilo musical” estival, merced a los sones de la gaita de Serxu Luaces, quien deleita a los cientos de visitantes que se acercan a conocer uno de los monumentos nacionales por excelencia, quizás el más fotografiado del Principado de Asturias.

El gaitero, natural de Collía (Parres), se ha convertido en todo un clásico de los veranos en la vieja capital del Reino de Asturias, con independencia del tiempo meteorológico, esté encapotado o despejado de nubes. “Empecé hace días”, cuenta Luaces, mientras algunos turistas depositan algunas monedas en un pequeño y artesanal cesto, a modo de agradecimiento por escuchar en vivo la música tradicional asturiana y más en tan singular lugar.

Serxu Luaces, en plena animación callejera. J. M. C.

En ocasiones muy puntuales Serxu Luaces se anima a lucir el “traxe del país”, pero ello no es óbice para atender las peticiones de los turistas que gustan de posar con el instrumentista de Collía, y así tener un recuerdo de su paso por tierras de Don Pelayo. Y más en lo alto del “puente romano” de Cangas de Onís. Un sitio donde lo mismo se puede escuchar la gaita que también disfrutar de los chapuzones en las aguas selleras.

Pero las bandas sonoras callejeras se oyen por muchos más puntos de Asturias. Y uno de ellos es la calle Uría de Oviedo. Desde hace un año, en la céntrica vía se oye tocar a Rodrigo Aguilera, un músico callejero a la par que estudiante, que interpreta el violín. Lo hace con un objetivo: pagarse sus estudios superiores en el conservatorio de Oviedo con la ayuda económica de los viandantes.

Rodrigo Aguilera, con su violín.

Natural de Valladolid, vino a Asturias a estudiar porque encontró un profesor con el que congeniaba. Como él mismo señala, “para un músico es más importante el profesor que la institución”. En su casa siempre ha estado presente la música y a los cinco años aprendió a tocar la guitarra, más tarde, a los ocho, comenzó sus estudios de viola para continuar con el violín en el Conservatorio. Rodrigo ha tocado en bandas de rock y música moderna, pero su favorita es la música clásica.

Además de poner la banda sonora del verano a las céntricas calles de la capital asturiana, Rodrigo actúa en bodas, bautizos y comuniones, eventos que están volviendo a celebrarse. Son actividades que no se alejan mucho de su formación y que puede compaginar en verano si el tiempo lo permite. Una vez finalice sus estudios, se ve tocando en una orquesta o quizás de profesor, algo para lo que siente que tiene mucha vocación.

Las formaciones artísticas son costosa, y las becas no contemplan el gasto del material. Tocar en las calles es una forma de ayudar a su familia. “Desgraciadamente, las becas las resuelven una vez empezado el curso; de pequeño me cubrían la matrícula, pero no tienen en cuenta los materiales tan costosos con los que trabajamos ni el desembolso que supone alejarte de casa para poder formarte si tienes que hacerlo”. Afirma también que hay mucho talento artístico al que el Gobierno debería cuidar y apoyar más.

Para amenizar las tardes ovetenses es necesario solicitar una licencia en el Ayuntamiento donde te conceden unas calles céntricas en las que tocar a determinadas horas del día.

Algunas personas se sorprenden al ver a un chico tan joven en esa situación, pero él recalca que “es alguien normal”. Aunque “hay malas experiencias”, confiesa que prefiere quedarse con lo bueno, y describe la suya como gratificante: “Me devuelve la esperanza en la humanidad. Algunas personas se acercan para comentarte que les has alegrado el día, o que la pieza que tocas le recuerda a un familiar o un momento de sus vidas”.

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