Rosi Menéndez pasó de clienta a colaboradora en su cafetería habitual de Posada de Llanera cuando vio a los dueños del establecimiento completamente desbordados por la llegada de miles de jóvenes que disfrutan del festival Boombastic, que se celebra en los jardines feriales de Llanera, en Ables, y para el que se agotaron los 40.000 abonos que había a la venta. Ni corta ni perezosa, Menéndez se puso a recoger mesas y a indicar a los clientes que se sentaran cuando quedaba alguna libre: "Teníamos que haber estado más preparados, me da un poco de pena, la gente quiere sentarse y tomar algo, pero es que no alcanzamos". En su opinión, esto puede servir para que el año que viene, si se vuelve a celebrar este festival, como está previsto, los comercios del concejo estén más preparados y cuenten con más personal para atender a tal cantidad de clientela.
Tanto Rosi Menéndez como buena parte de los vecinos y comerciantes de Posada están satisfechos hasta el momento tanto con el movimiento que el festival ha dado al concejo como con el comportamiento que están teniendo los jóvenes. Carmen Díaz, vecina de Posada de toda la vida, reconoce que está siendo todo "un poco locura", pero asegura que "los chavales son estupendos, muy educados; y en la cafetería, si te tienen que dejar el sitio que están ocupando, te lo dejan". A Felipe Celada, jubilado y también vecino de Posada, le parece bien esta llegada de gente, aunque reconoce que les toca "cambiar la rutina". "Hay muchos coches por todas partes, están todos los negocios llenos; vienen con hambre", añade.
Pero no solo las cafeterías y los supermercados están repletos, los precios más elevados de todo lo que se adquiere en los establecimientos del interior de la zona de acampada han llevado a buscar mejores ofertas en las poblaciones más cercanas. José María Lobato y Verónica Muñiz, de la carnicería César, fueron previsores y prepararon pequeños lotes de embutido loncheado para bocadillos a un euro que se despacharon a buen ritmo. "Hay mucha más clientela de lo habitual, claro", explican poco antes de que los palentinos Mario González y Hugo Rodríguez entren al establecimiento para llevarse unos cuantos lotes. "La gente aquí es muy maja y la organización es mejor que la de otros festivales", dicen. Lo malo es que, explican, "es todo caro, una bolsa de hielo en el festival cuesta 3,5 euros". Por eso, prefieren desplazarse hasta Posada para adquirir todo lo necesario: "Así, además, conocemos el pueblo". Katia Lojo Tubio, de Rianxo (La Coruña), y Anne Amieva, de Bilbao, se acaban de conocer. Están rodeadas de maletas del grupo de gente que les acompaña, algunos de los cuales ya llegaron el miércoles. Ayer fueron pronto a comprar porque, explican las primeras en llegar, a última hora del miércoles "se acabó todo en los supermercados". Entre las cosas más importantes que tienen que adquirir está el agua, algo que, coinciden muchos de los acampados, escasea en el camping. "No hay agua", señalan algunos.
Denis Muntean, por su parte, es el único chico y solo él no es de León de entre un grupo de siete personas que compraron las entradas para el Boombastic ya en noviembre del año pasado. El resto del grupo lo forman Oihane Castro, Amina Eloualidi, Cristina Gutiérrez, María Pando, Lucía Acosta y Lara Pérez Marqués, todas de 18 años, para quienes "el camping está muy bien", salvo por "los baños, hay pocas duchas y el agua está fría", añaden. Han llenado un carro con todo lo que puedan necesitar para llevarlo en coche hasta el camping antes de disfrutar de sus artistas favoritos, entre los que destacan a Trueno y C. Tangana: "Había colas en el supermercado, pero todo el mundo ha sido muy majo con nosotras", dicen. Cuando llenen el coche, pondrán rumbo al parking del festival y allí se encontrarán seguramente con Pablo Flores, un gijonés que trabaja estos días en el festival indicando dónde tienen que validar su ticket para el parking. "Están los vecinos impresionados de la cantidad de gente que está viniendo", dice antes de atender a un nuevo coche que entra al territorio Boombastic de Llanera.
