Bourton-on-the-Water está considerado el pueblo más bonito de Inglaterra, una fama más que merecida. Está situado en la región de las Costwolds y es un claro ejemplo de la vida tranquila y sosegada que disfrutan los habitantes de la campiña inglesa.

Uno de los atractivos de esta localidad, que parece recién salida de una postal turística, se encuentra en su arquitectura, basada en construcciones con tejados de paja y piedra de la zona, de color amarillento. Muchas de ellas tienen entre 300 y 400 años de antigüedad, pero su estado de conservación llama poderosamente la atención. Son casas que se asemejan a las que aparecen en los cuentos infantiles: coquetas, rodeadas de flores, con las maderas de puertas y ventanas decoradas y demás elementos que las embellecen.

A Bourton-on-the-Water se va a disfrutar de su calma, la que se respira paseando por sus calles, la principal de ellas a la vera del río Windrush; de los salones de té en los que saborear deliciosas tartas, o de las tiendas de regalos, de loza inglesa o de ropa que salpican el pueblo. Pero a pesar de tratarse de un lugar muy pequeño, ofrece una interesante oferta de entretenimiento: una réplica en miniatura del propio pueblo; el museo del motor; un recinto con más de 500 pájaros y una fábrica de perfumes.

Algunos de los visitantes de Bourton-on-the-Water deciden permanecer varios días en este núcleo para, desde él, recorrer las Costwolds, una región que en la Edad Media se enriqueció gracias al comercio de la lana. Dos de los hoteles con más aceptación por su belleza, comodidad y elegancia son Lords of the Manor (26 habitaciones), ubicado en una rectoría del siglo XVII y rodeado de tres hectáreas de hermosos parques y jardines, y Dial House, una construcción de 1698 que cuenta con 14 habitaciones. Ambos establecimientos conservan el encanto y misterio de un pasado que sus propietarios cuidan con esmero para conseguir que la estancia entre sus viejas paredes sea una experiencia que quede grabada en la memoria del viajero.