La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Comidas y bebidas

Dulces jamones de Praga y albariños fragantes

Jamones de Praga.

Praga es una ciudad llena de encanto y de desilusión gastronómica. No se come lo que se dice bien en la preciosa capital checa, sin embargo su jamón dulce es otra cosa. Igual que lo son, por lo general, las piezas de charcutería de cerdo que lo suelen escoltar en esos maravillos platos imperiales del buen soldado Svejk, rebosantes de fiambre fresco y encurtidos crujientes. Digo bien, el soldado Svejk. Símbolo checo, es uno de esos personajes universales de la literatura. Capaz de definir el ánimo crítico y el escepticismo del pueblo hacia sus instituciones, sus desventuras en el ejército austrohúngaro han servido para poner en evidencia la corrupción de un imperio que empleaba sus últimas y escasas energías en la matanza espantosa de la Gran Guerra. Quien no las haya leído debería hacerlo y, tenga por seguro, disfrutará de lo lindo con el humor incisivo y sabio que despliega Hasek.

Jaroslav Hasek nació en Praga en 1883, en el seno de una familia humilde. Desempeñó empleos en varios oficios, pero enseguida fue atraído por la literatura. El ejército, por la fuerza, lo atraería posteriormente a sus filas. Primero lo detuvieron los rusos, después se alistó en la legión checa que luchaba por la independencia, más tarde se unió a los bolcheviques y, al final, dolorido por la experiencia, regresó a casa para contarla y denunciar los excesos de la guerra utilizando para ello al buen soldado de su novela. Confieso que el espíritu rabelesiano de la obra de Hasek me ha abierto alguna que otra vez el apetito. Y la sed. Praga, como ya conocen de sobra, es uno de los mejores lugares que existen para beber cerveza (pivo). Pilsen o cualquier otra. Yo prefiero la primera. "Rubia como una mujer del norte, ligera como la conciencia de nuestros diplomáticos y espumosa como la conversación de un borracho", se suele decir de ella. Una forma de entenderla.

Acompañarla es relativamente fácil con uno de esos platos rebosantes de jamón dulce, fiambres variados y pepinillos de U Kalicha, donde se recrea hasta la extenuación el mundo disparatado del buen soldado, o en cualquiera de las tabernas de la ciudad vieja que tienen al personaje como referencia. Por ejemplo, en U Zelene Zaby, en la calle Stavební, un local, famoso por sus platos de charcutería fina, al que acudían los verdugos hace 400 años. Y recordar aquella célebre conversación con la que se iniciaba la novela de Svejk: -"Así que nos han matado a Fernando --¿Qué Fernando, señora Müller? Conozco a dos Fernandos. Uno es criado del droguero Prusa y alguna vez se ha equivocado y bebido tinte para el pelo, luego conozco también a Fernando Kokoska, que anda recogiendo estiércol. El mundo no se pierde nada con la muerte de ninguno de los dos-.

-¡Pero señor! Ha sido el archiduque Fernando, el gordo y piadoso.

Y así hemos llegado a Sarajevo, en un momento tan trágico como determinante de la historia europea.

Un albariño lleno de aromas. Con las uvas de las dulces colinas del Condado de Tea se elabora un albariño, fragante y fresco que se llama Pazos de Lusco. Aromático, penetrante, vivo, sirve perfectamente para acompañar el jamón de Praga que figura reseñado más arriba. Y también, como propone la bodega que lo comercializa, el Prestes San Simón da Costa, un queso de vaca ahumado, suave y lleno de matices, y el azul Lara & Sara, primero de esa variedad que se elabora en Galicia de una textura diferente a otros, y de sabor intenso.

El carácter de este cien por cien albariño fruto de la selección de los racimos de forma manual, la utilización de levaduras autóctonas y una crianza de cinco meses sobre sus lías finas, se repite en esta nueva añada. En 2015, el vino ya causó cierto revuelo.

La bodega, situada en el municipio de Salvaterra do Miño, en uno de los límites de la Denominación de Origen Rías Baixas, está elaborando vinos blancos con una buena carga frutal, armónicos y equilibrados. La finca cuenta con cinco hectáreas de viñedo plantadas con el sistema tradicional de pérgola que permite que la uva se muestre en plenitud. Alrededor de 13 euros la botella.

Compartir el artículo

stats