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La alegría de la huerta

La primera manzana asoma en las pomaradas

Temor a que falte fruta en pleno auge de la sidra sin trasegar

Manzanas recientes en Soto del Barco. M. RIERA

Poca manzana, dicen los productores, habrá este año en Asturias. La abundante lluvia en primavera no permitió a las flores cuajar y muchas se quedaron por el camino. Pero las que lo han logrado, ya apuntan maneras y algunas pomaradas -sobre todo, las de la costa y las de variedades de mesa- ya lucen pequeñas piezas que en los próximos meses crecerán para empezar a caer del árbol hacia septiembre. Con todo, sabrá a poco la cosecha manzanera asturiana de 2018, más que nada porque la última referencia, la del año pasado, la dejará pequeña. La "cosechona" de 2018 se tardará en olvidar, tanto por la fruta que quedó acumulada en los prados sin recoger, como por la que se amontonó en los lagares, incapaces de asumirla toda.

Este año parece que la manzana de sidra llegará en su justa medida, incluso hay quien dice en el sector que puede que se quede corta. Todo se verá de aquí a unos meses.

Lo que está claro es que los elaboradores tendrán más en cuenta la posibilidad de elaborar la llamada sidra sin trasegar, una variedad que se ha convertido de dos años para acá aproximadamente, y cada vez más, en la preferida de los más sibaritas h gourmets, o los que pasan por ser unos expertos sidreros que buscan sabores auténticos. El tirón de la sidra sobre la madre -es aquella que no se cambia de toneles, que evita el trasiego- crece a pasos agigantados. La sidra en estado puro no es, sin embargo, ningún invento nuevo, sino que así se hacía tradicionalmente en muchos lagares caseros. En las modas, todo vuelve. Y en cuanto a gustos sidreros, estos pasan ahora por pedir dicha variedad. ¿Por qué? Sus seguidores aseguran que es fresca, limpia, ácida, auténtica y sin ningún matiz dulce.

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