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Entre el Adriático y el Jónico

Bañada por dos mares, el Salento, en el tacón de la bota de Italia, celebra la opulencia de la piedra, la Magna Grecia y un litoral surcado de bellas playas

Entre el Adriático y el Jónico

En Galatina, al mediodía, un viento de levante de mil demonios perturba los sentidos y arrastra las sombrillas de las terrazas que permanecen en pie. La Bella Atenas, como reza el topónimo, con una atmósfera refinada como de otro tiempo, viene a ser el ombligo del Salento -la provincia más meridional de la Apulia-, a veinte kilómetros del Jónico y a otros tantos del Adriático, los dos mares que bañan el tacón de la bota de Italia. Nada más alcanzar la Porta Maggiore, entrar en la Piazza de San Pietro, y observar los majestuosos capiteles corintios de la iglesia de San Pietro y San Paolo, es fácil darse cuenta de que se trata de una de las etapas obligadas del viaje.

El Salento es pobre y campesino, pero celebra esa opulencia de la piedra que proviene de la Magna Grecia y que tiene más que ver con la exaltación de la arcilla que con el esplendor del mármol. Cuando se habla del barroco de Lecce, no hay por qué figurarse el romano y el siciliano. Él mismo se eleva a los cielos con esa tonalidad de mantequilla casi aurea en el Duomo, en Santa Maria del Rosario, en Santa Chiara y, naturalmente en la Santa Croce, sometida en la actualidad a una restauración de su fachada, obra de Giuseppe Zimbalo, más conocido como Lo Zingarello ( El Gitano), o los numerosos palacios del centro histórico de esta especie de Florencia del Sur. Lecce es el contrapunto señorial del Salento povero (pobre). Encierra un alma de terracota y de cartapesta -una vieja técnica popular que utiliza trozos de papel de periódico cortados a mano unidos mediante un pegamento para formar objetos, especialmente imaginería religiosa-, además de una de las universidades más afamadas del Mezzogiorno.

Se trata de una región coloreada por la belleza y el arte. Más que una moda, el Salento se ha convertido en una condición del espíritu, una certeza que supera a los conglomerados cegadores de cal blanca, con playas de ensueño, como Punta Prosciutto, en la orilla jónica, o San Foca, en la adriática, pueblos en el interior que han inspirado la música, la cultura, a los personajes de jet set o al cine, como es el caso de la pareja formada por Helen Mirren y Taylor Hackford, propietarios de Farmacia Balboa, una simpática coctelería en la hermosa Piazza Pisanelli, coronada por una iglesia, una basilica y un palacio, en la inigualable Tricase, localidad cercana a Santa Maria de Leuca.

Ahora todo el mundo lo sabe, desde los operadores turísticos hasta los refinados amantes de lo mejor: Salento es como una marca registrada, una especie de región dentro de la región, la locomotora que llevó a Apulia a las primeras posiciones en las preferencias del ocio turístico. Se ha convertido en un sistema acogedor, una mezcla de espontaneidad sureña y planificación de marketing inteligente. Por eso, eviten las aglomeraciones de julio y agosto, elijan meses más tranquilos para disfrutar de las aguas cristalinas de sus playas. La benigna meteorología de sus estaciones templadas lo suele permitir.

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