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Los ausentes y la idea de relativizar dónde se come

Nacho Manzano.

"Tampoco se puede pedir mucho más. Somos sólo una provincia. Quizás estemos algo encorsetados pero en Asturias hay buenos cocineros", dice Manzano mientras regresa de Lisboa precisamente de asistir a la gala Michelin. El chef de la Salgar explica que en la vida se alternan ciclos mejores y peores, pero que no hay nada en la cocina asturiana por lo que inquietarse. Siempre que llega la hora del reparto anual de La Guía Roja resuenan los nombres de ausentes que podrían incorporarse a la tribu estrellada. Casa Fermín y Mestura, en Oviedo, que continúa como una de las pocas capitales de provincia en las que no han reparado los franceses, salvo para distinguir restaurantes Bib Gourmand, cocina recomendable a precios más económicos, y que este año ha destacado a Ca'Suso y El Foralín. En Ribadesella, La Huertona es el gran restaurante de Asturias de producto donde todo el mundo quiere comer y nadie se explica por qué está fuera de este juego. O también Güeyu Mar, de Playa de Vega, uno de los asadores de pescados más solicitados por el público entendido, dentro y fuera de la región.

Nacho Manzano cree que hay que relativizar. No se trata de sólo de que los restaurantes Michelin sean los únicos lugares donde dan bien de comer. "Todos conocemos algunos que la tienen y la merecen menos que otros que jamás la han recibido". La ecuación es simple y casi siempre a relucir el nombre de La Huertona.

José Antonio Campoviejo, el chef de El Corral del Indianu es el tercero de los mosqueteros veteranos de la alta cocina. Se estrenó en el firmamento Michelin un año después de Manzano, a los dos de haber abierto su restaurante de Arriondas , y ahí sigue con los ánimos del primer día. "Si no hay más distinciones es seguramente porque no las merecemos. Pero mantener una estrella también tiene su mérito. De hecho, por la costumbre, desde hace tiempo no lo celebrábamos y, sin embargo, anteayer al enterarnos de la noticia, sí lo hicimos".

Campoviejo cree que el momento de la cocina asturiana es tan bueno como cualquier otro y que no hay que dejarse llevar por la melancolía. "En estos cinco años en los que nada parece haberse movido vamos como un tiro, con ocupaciones anuales en torno al 75 o el 80 por cientos. No me puedo quejar".

Con el cielo despejado crece la posibilidad de atisbar más estrellas. En esta Asturias las que hay, fruto de un momento mágico, tienen la capacidad de no caerse.

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