La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tendencias

Un jardín portugués

El esplendor del Barroco revive en el palacio de Fronteira, amalgama de setos, azulejos y esculturas

"Lisboa, no seas francesa", cantaba Amalia Rodrigues. El consejo no ha hecho mella en el palacio Fronteira de Lisboa, construido a partir de un pabellón de caza y hogar de los marqueses de Fronteira. El marqués actual aún vive allí, y el palacio abre al público para visitar su destacada colección de arte moderno y los jardines, una ornamentada colección de setos, esculturas y típicos cuadros de azulejos portugueses.

El paso del tiempo ha consolidado el encanto romántico del palacio. En el jardín principal destacan los setos, que protegen al resto de la vegetación. Los parterres están salpicados de rosales y las estatuas clásicas de tamaño natural se reparten por el espacio. Hace unos años muchas de ellas aparecían con la cabeza boca abajo. Pero eso fue antes de la restauración que devolvió el lustre a los parterres.

Por la finca se reparten construcciones como la Galería dos Reis (Galería de los Reyes), con vistas al jardín y enmarcada en una amplia piscina. Está decorada con una fila de bustos reales y azulejos que representan a jinetes con plumas. También la adornan azulejos decorados con piñas, el tradicional símbolo portugués de la hospitalidad. Frente la galería se encuentra el Jardim de Venus (jardín de Venus), más pequeño y menos formal, un refugio de camelias y zonas de sombra. En la Casa do Fresco las paredes conservan incrustaciones de conchas, piedras e incluso lozas que son restos de banquetes reales de hace 400 años. En Portugal, en ese momento, se consideraba una falta de respeto que alguien utilizara la vajilla en la que el rey había cenado. En el área de descanso cubierta se sentaban las mujeres para refrescarse con el agua de las fuentes. Hoy las fuentes están secas, pero el rincón de estilo morisco permanece hermoso. El llamado Paseo de la Capilla, que conduce a una capilla construida un siglo antes del palacio. El paseo también está decorado con azulejos, que representan a personajes de la mitología. La naturaleza caprichosa de las figuras y cuadros en los jardines se refleja en la idiosincrásica colección de obras de arte modernas que se exhiben en el interior del palacio. Como en Francia, pero con la brisa del Tajo como compañera.

Compartir el artículo

stats