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Crítica de cine

The King’s Man: La primera misión, ¿Y si Rasputin fuera como Bruce Lee?

Actores solventes como Ralph Fiennes le dan cierta estructura a una película de acción insípida y endeble

Ralph Fiennes.

The King’s Man: La primera misión

De Matthew Vaughn, Con Harris Dickinson, Ralph Fiennes, Aaron Taylor-Johnson, Charles Dance.

Matthew Vaughn consiguió los galones de director capacitado para las escenas de acción imaginativas y con habilidad para cambiar de registro sin dejarse la personalidad por el camino. De historias muy negras en “Layer Cake” (que dio a Daniel Craig muchas papeletas para ser Bond) a gamberradas violentas (“Kick-Ass”) pasando por cuentos épico-amorosos (“Stardust”). Un cineasta ideal para relanzar a los alicaídos X-Men con un viaje en el tiempo de la “Primera generación”. Prueba superada. Y llegó entonces “Kingsman: Servicio secreto”, frenesí bondiano con muchas dosis de ironía y otras tantas de cinismo, repartos potentes y una tendencia a ir perdiendo fuelle por grietas del guión. Su continuación perdía casi todas las virtudes del original para centrarlo todo en fuegos artificiales dejando la saga casi muerta antes de tiempo. Vaughn intenta ahora hacerle el boca a boca a su criatura siguiendo los pasos de su aventura con los X-Men, esto es, yendo a los orígenes, y lo hace echando mano de una manida historia de conspiración mundial llena de personajes célebres y colando a sus protagonistas en episodios trascendentales de esa atroz y baldía masacre que fue la Gran Guerra, tanto en sus preámbulos como en su desarrollo.

Quizás escarmentado por las críticas al exceso de acción banal de la cinta anterior, el director llena esta primera misión de escenas de verborrea que alargan el metraje más allá de lo razonable. Un prólogo contundente, la brillante recreación del doble atentado de Sarajevo, las batallas en las trincheras o el jocoso espectáculo de un Rasputin convertido en un Bruce Lee a la rusa animan una función insípida y de costuras endebles que no se descose del todo gracias a la presencia de actores siempre solventes como Fiennes o Dance.

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