Se ha dicho muchas veces que el Gobierno no crea puestos de trabajo, sino las condiciones para que otros los creen. A la inversa, podría decirse que no crea el paro, sino las condiciones para que éste crezca. Digamos que el trabajo es un cuadro y que las condiciones para que se dé son el marco. El Gobierno ha de crear el marco y en ello está, aunque con poco éxito por el momento, en parte porque el marco se suele colocar una vez que la pintura está hecha. Cuando la pintura está hecha, o cuando las cosas pintan bien, el Gobierno coloca el marco y se vanagloria de la obra de arte. Nosotros se lo permitimos porque los gobiernos viven en gran medida de eso, de vanagloriarse. Pero lo que tiene mérito, y lo que toca ahora mismo, es colocar el marco a una pintura inexistente. En tal situación uno puede fabricar el marco de «Las Meninas» o el del Cristo de Mantegna, por citar dos obras maestras, pero también el de una pintura realista, o el marco para el dibujo de un crío de cinco años. El Gobierno se encuentra en plena creación de un marco laboral, o sea, de las condiciones para que todo el mundo trabaje. Nos pasamos la vida creando marcos laborales o reformas laborales, que viene a ser lo mismo. Pero luego no somos capaces de colocar una pintura dentro porque el desempleo crece fuera del marco. El desempleo no necesita marco, en ese sentido es muy oriental, muy zen. Creo que era Ortega el que señalaba esta distinción entre la cultura oriental y la occidental: nosotros enmarcamos todo, hasta las esquelas, ellos borran la frontera entre la pintura y la pared de la que cuelga. El problema de la falta de marco, hablando del paro, es que carece de límites. El mundo del trabajo se rompe y caen al vacío gigantescos pedazos de realidad laboral. Así desaparecía el universo de la fantasía en «La historia interminable», la novela de Michael Ende. Esos cuatro mil puestos de trabajo de Spanair, por poner un ejemplo reciente, vagan ya por el espacio sideral sin límites capaces de detenerlos. El marco, el marco, el marco alemán es el marco del euro. Merkel lo tiene bien atrapado en esos límites, mientras que nuestra peseta no sujeta nada, no da nada, no produce nada. Hay desaparecidos que funcionan y desaparecidos que no. La peseta es un fantasma inútil. El marco alemán un muerto viviente. A ver qué pasa.