El gallego Luis Piedrahita es mago, humorista, escritor y cineasta, y desde hace casi tres años defiende en solitario y con mucho éxito el espectáculo "Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas", que recala hoy en el auditorio de Pola de Siero (20.00 horas),
- ¿Está contento con la marcha de su espectáculo?.
-Sí. Ha funcionado muy bien. Me encanta. De los shows que he hecho es de los que más me gustan. De hecho, no me pierdo ni una sola representación, voy a todas. Me han dicho que en Pola de Siero voy a estar muy bien y también quiero ir a verme.
- Tiene muchas facetas: mago, humorista, escritor, cineasta. En este caso es solo usted, la palabra y el público.
-La multidisciplinariedad hace que el show sea algo más rico, más completo. Es cierto que es un monólogo de humor, pero yo me dedico mucho a la magia, al cine, a escribir, y creo que todo lo que he aprendido de la magia, del cine y de escribir es aplicable al espectáculo de humor. Entonces, todo esto hace que no sea un show de un tipo contando chistes sin más, sino que el humor es un poquito más mágico.
- Con el humor quiere también hacernos reflexionar, ponernos un poco existenciales.
-¿Para qué sirve el humor? Realmente, la utilidad es poca. El humor no arregla un coche que no funcione, no hace que vuelva la persona amada que nos abandonó ni paga impuestos por nosotros. No hace nada de eso pero el humor hace que todas esas malas noticias sean soportables. El humor hace que la vida sea llevadera. Sí que es cierto que tiene que haber un poquito de pensamiento, de reflexión, alguna complejidad, y que el humor frívolo, la risa porque sí, no es tan interesante.
- ¿En qué sentido?
-Reírnos porque un señor se ha caído de culo no es tan interesante, hay que buscar un tema un poco más complejo para que nos riamos juntos. Lo que pasa es que a mi no me gusta que sea explícito. No me gusta que la gente diga que vengo a darles una lección de filosofía. Se trata de hablar de los objetos pequeños, de las cosas que a todos nos han pasado, que son cercanas, pero que dentro esconden a lo mejor una metáfora, o un motivo para pensar. Por ejemplo, si yo digo vamos a hablar de los grandes temas y hablo de los grandes temas no hay sorpresa. En el humor tiene que haber una sorpresa, algo que no te esperes. En eso consiste, en lo inesperado. Por ejemplo, si yo digo que vamos a hablar de los botones del ascensor y al final acabamos hablando de un tema grande como la condición mortal del ser humano, ahí hay un poquito de sorpresa.
- ¿Se ha encontrado con el miedo o con el chasco de no hacer reír cuando quería?
-Eso sí que sucede, pero influyen tantísimos factores que uno no debe culparse ni atribuirse todo el mérito. Cuando tiras un chiste y no funciona puede ser que el público esté frío, la sala esté iluminada, que la hora sea demasiado pronto, demasiado tarde o que, efectivamente, has tirado mal el chiste o el chiste no es bueno. Pero hay tantos factores que la manera de que eso no afecte o al menos no sea grave es que haya muchos chistes, de modo que si no entra el primero, pueda entrar el segundo, y si no, el tercero.
- ¿Hay públicos y públicos?
-Yo intento que mi humor funcione igual en todas partes. No hago bromas o chistes de personajes famosos del momento o de la zona. Intento hacer algo que pueda hacer reír aquí, en Argentina, en Uruguay, y que no haya que cambiar el espectáculo. De hecho, el show que se verá en Pola de Siero fue el que hice en Argentina y funcionó de forma espectacular. Apenas tuve que cambiar cinco palabras.
- ¿Qué tal es su relación con Asturias?
-Fantástica. De hecho, un gran amigo y colaborador en la mayoría de los proyectos es un asturiano ilustre, Rodrigo Sopeña, que ha sido colaborador de este espectáculo. Fue la persona que me ayudó a coescribir este texto y gracias a él creo que es mejor y por eso está funcionando tan bien.
