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Dirige "El precio", de Arthur Miller, el sábado en el Niemeyer

Silvia Munt: "La familia es indispensable, pero puede deformarte"

"Me pasé mucho tiempo para encontrar un reparto con Tristán Ulloa y Gonzalo de Castro"

Silvia Munt.

Silvia Munt (Barcelona, 1957) empezó siendo actriz, pero, desde hace veinte años, sólo dirige y escribe: cine, televisión, teatro. Lo último, "El precio", del premio "Príncipe de Asturias" de 2002 Arthur Miller, un espectáculo a lo grande que se estrenó en castellano en el teatro Pavón Kamikaze y que llega este sábado al Centro Niemeyer (20.30 horas): la historia de dos hermanos, de una casa y de mucho tiempo perdido. Munt atiende la llamada de LA NUEVA ESPAÑA.

- ¿Qué diferencia hay entre los dos montajes de "El precio" que ha hecho?

-Aparte de que uno lo hice en catalán y el otro en castellano, la diferencia es que hay ocho personas y, por lo tanto, ocho almas diferentes. Siendo el mismo espectáculo, porque lo es, la presencia de las ocho distintas personas genera ocho interpretaciones bien diferentes. Y es que el personaje no es nada hasta que no entra un ser humano en su interior. Realmente, ves el espectáculo en catalán y es el mismo que este que llevamos al Niemeyer. Pese a ello, son diferentes. Tristán Ulloa hace un Victor maravilloso, con una bonhomía incomparable, pero todas estas características son distintas a las que le dio Pere Arquillué. Lo mismo pasa con el papel de Gonzalo de Castro, que lo hacía Ramón Madaula. O con Solomon, que ahora interpreto el argentino Eduardo Blanco. El montaje es el mismo, la obra es la misma, pero los personajes crecen hacia otro lado.

- ¿Y cómo se defiende todo esto desde su punto de vista?

-Fue una experiencia. Como le digo, el montaje es exactamente igual, pero el reparto consigue que varíe sustancialmente el producto porque cada actor es un universo diferente. En este sentido ha sido una experiencia preciosa poder "rerecrear" una obra como "El precio".

- Tristán Ulloa, Gonzalo de Castro, Eduardo Blanco... Pedazo de reparto.

-Para mí es imprescindible cuando tienes que atacar una obra como esta en la que hacen falta cuatro actores de un talento indiscutible, con unas características, sobre todo, sí actorales, pero también de potencia, de forma de entender el trabajo, con la verdad que yo busco. No sé, me pasé mucho tiempo hasta que encontré a los cuatro actores que tenían que estar en el montaje. Tanto fue mi empeño que a uno de ellos le hice venir de Argentina.

- ¿Y cómo convenció a un tipo que protagonizó "El hijo de la novia"?

-Eduardo Blanco hace de Solomon, un judío de noventa y tantos. Blanco tiene sesenta y pocos, así que se mete en el cuerpo tres décadas más. Me parecía la persona ideal. Probé suerte y le traje para acá. Él quería hacer "El precio" y eso es lo que le convenció de manera indiscutible. Eso y que confiara en mí, que más o menos me había seguido. Blanco es alguien muy querido en España.

- Gonzalo de Castro y Tristán Ulloa trabajaron en "Invernadero". Y Castro y Elisabet Gelabert fueron compañeros en "Idiota".

-Además, yo no sabía que Tristán Ulloa y Eduardo Blanco se conocían: eran bastante amigos. Es importante que haya "feeling" entre los actores: tienen que aguantarse durante mucho tiempo, tienen que conectar, tienen que ser generosos los unos con los otros porque dependen los unos de los otros... porque si no este oficio nuestro se puede convertir en algo muy desagradable.

- ¿Qué tenía "El precio" para que decidiera hacerla dos veces?

-No la había visto. Me enamoré de ella cuando la leí. Siempre estás buscando y, a veces, encuentras. Hace tres años y pico, en un viaje, esperando en un aeropuerto más horas de las que esperas. Me quedé enamorada de este texto: de su madurez, de la vigencia de la obra... Esta obra más que de denuncia social es una anatomía del alma humana. Habla de cómo somos, de qué decisiones tomamos, del precio que debemos pagar. Habla de las maneras de atacar la vida: una emocional y otra más profesional. Habla también de qué difícil es saber dónde está la buena decisión. Hay algo muy importante: estamos viviendo el síndrome tras el trauma de 2008. Miller habla del de 1929, pero eso cambia poco.

- Habla también de lo mala que puede ser la familia, ¿no?

-Claro. La familia es un tema filosófico en sí mismo. La familia es indispensable, es necesaria, pero puede ser cruel y deformarte. Respondes a un patrón por el que te han educado o para el que te han maleducado. También marca la infancia, pero también nosotros mismos porque "El precio" habla también de las propias culpas, no sólo de las demás. Es una obra tan bien escrita que, cuando crees que no puede contar nada más, da un nuevo giro y te deja pegado a la silla.

- Juan Echanove hizo esta función hace quince años.

-Pero no la vi. La obra la conocí aquella vez en el aeropuerto.

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