El críquet es un deporte de bate y pelota en el que se enfrentan dos equipos de once jugadores cada uno, y es la modalidad deportiva más popular en la India. Ayer, gracias al concurso puesto en marcha por la empresa Sacyr-Fluor en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, se convirtió además en la mejor oportunidad para aprender los rudimentos básicos de la ingeniería para siete equipos de estudiantes de segundo y tercer curso de la ESO.

Los chavales, procedentes del IES Mata Jove de Gijón, el IES Aramo y el IES Pando de Oviedo, el IES Astures de Lugones, el IES de Candás y el IES Sagrada Familia del Pilar de Pola de Lena, se enfrentaron al reto de construir un dispositivo capaz de lanzar una pelota y un dispositivo capaz de batear usando únicamente para ello una caja con material de oficina: veinte folios, un rollo de celo, cuatro pinzas metálicas de palanca, diez gomas elásticas, cuatro lapiceros, cinco carpetillas de cartón, cuatro vasos de plástico, cuatro pajitas y una regla de madera, con la imaginación y el ingenio como únicas armas para superar el reto.

"Está complicado, sobre todo, hay que mejorar la puntería", resumían Patricia Suárez, Mario Román, Sergio Prada y Asier Ramos, del IES Astures, quienes llevaban probando el ingenio "algo más de una semana, fuera de clase y por pura diversión".

Además de construir el dispositivo de lanzamiento y el de recepción, los estudiantes también tuvieron que recrear una partida de críquet, en un campo simulado y con el objetivo de sumar el mayor número posible de puntos. Una tarea nada fácil cuando "nos pusimos ayer con el invento, pero parece que funciona", reconocían entre risas los integrantes del equipo del IES Aramo: Alejo García, Jorge Avello y Martín Cano. Pero como lo que les sobra es capacidad de improvisación, ayer diseñaron un tirachinas de papel y un bate para recibir la pelota. "Lo importante es participar y pasarlo bien", aseguraban, mientras el equipo del IES Pando se esmeraba en elaborar su invento.

En su caso, con un trabajo previo de semana y media y al menos cuatro o cinco ensayos para comprobar que todo salía según lo previsto. Javier Cortina, Daniel Suárez, Marco González y Pablo Fernández se quedaron sin recreo durante varios días para dar forma a su ingenio, aunque ayer confesaban estar "un poco nerviosos", porque sólo disponían de una hora para sacar adelante el proyecto, y porque el ahorro de material también contaba a la hora de calificar el dispositivo. En su caso, "una máquina con canutillos de papel" que les ha puesto frente a frente con los retos de la ingeniería.

Porque precisamente el objetivo del concurso es el de "despertar vocaciones técnicas entre los más jóvenes", apuntaba Juan Carlos Campo, director de la Escuela gijonesa. Y otra de las motivaciones fue la de tratar de llegar al mayor número posible de chicas, las grandes ausentes todavía en las carreras de ciencias. En la competición de ayer primó la presencia masculina, y sólo en el equipo del IES Sagrada Familia del Pilar de Pola de Lena ellas eran mayoría.

Lucía Pérez, Aitana Suárez, Grabriela Díaz y Mario Hernando diseñaron algo tan sencillo como una catapulta para lanzar la pelota, y aunque temían andar justos de material, consiguieron llevarse el gato al agua. El jurado del concurso decidió que el suyo era el mejor dispositivo de lanzamiento y recepción de las pelotas, con el que se impusieron en la partida final de críquet.

Eso sí, las vocaciones técnicas tendrán que esperar. Porque, como confesaban las chicas entre risas, "en realidad nosotras somos más de letras".