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MILIO URETA | Actor, poeta, guía turístico

"Soy un nómada que voy donde quiero y me quieren, donde tengo algo que ofrecer o aprender"

"Me reconocí homosexual en las vacaciones de mis 17 años, de manera espontánea, sin trauma de identidad y sin ocultarlo"

Milio Ureta, en Oviedo. LUISMA MURIAS

Milio Ureta (Ribadesella, 1970) es guía de turismo del patrimonio y autor de "Poemes del amor simétricu", escrito en asturiano centro-oriental, un texto homosexual que interpela al lector heterosexual de un actor que no se permite interpretar en su vida personal.

- ¿Qué tal está usted?

-Bien. Pasé el confinamiento en mi buhardilla alquilada en Oviedo, escribiendo y recitando para "Asturies, Cultura en Rede" y otros sitios. Escribo el libro de las visitas guiadas de Ribadesella para tenerlo en la calle en verano. Estoy en fin de ciclo: en diciembre se cumple el contrato de licitación como guía local. Y en transición: hace dos años hice un máster de profesorado y las oposiciones de profesor de Secundaria pasan a 2021. Soy intérprete de textos ajenos, ahora de patrimonio y, si saco la oposición, de conocimiento para adolescentes.

- ¿El ciclo que cierra empezó...?

-En 2007, dos años antes de volver a Asturias, hice una FP de turismo en Barcelona. Empecé como informador turístico en Caravia. Al tercer año entré en el flamante Centro de Arte Rupestre Tito Bustillo y de allí pasé a la oficina de Ribadesella, donde hice un programa de siete visitas patrimoniales que fue un exitazo.

- ¿Por qué regresó a Asturias?

-La añoraba y vine a coger impulso. Me había matriculado en el grado de Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya y, al final de un trimestre, vine a estudiar para independizarme. Lo terminé y me fue utilísimo en el trabajo para relacionar todo con todo.

Es hijo de María Josefa, que tenía una tienda de retales al peso, y de Juan Antonio, que trabajaba en una empresa de aluminios de construcción y fue alcalde de Ribadesella de 1979 a 1994.

- ¿Qué significó eso?

-Orgullo y perder al padre del día a día. Juan, María José, Eduardo y yo nacimos en seis años. Tuve bastante independencia.

- ¿Qué quería hacer usted?

-Se me daban bien los idiomas y Lengua. Entré en Derecho por inercia. No me interesó, era muy conservador, pero aprendí lenguaje administrativo, donde todo significa. Pasé tres años en Oviedo, por semana, con mi hermano Juan Antonio, en una pensión. Estaba verde para la "Santa Sebe" y el Antiguo.

- Dejó de "estar verde"...

-En 1991. Crisis máxima. Me fui al Instituto del Teatro y las Artes Escénicas (ITAE) en Gijón, que era la hostia a todos los niveles.

- ¿La crisis fue porque se reconoció como gay?

-No. Eso fue en vacaciones, a los 17 años, de manera espontánea y sin trauma de identidad. Me dije: "No lo voy a ocultar. Se equivocan los demás". Me educaron en que lo que es justo es válido.

- Lo dijo en casa en 1991 y...

-Fue inesperado. Desconcierto y preocupación para mis padres, sin problema con mis hermanos.

- Volvamos al ITAE.

-En la escuela de teatro trabajas con tu identidad y tus emociones y fue un aprendizaje personal e interpretativo. Etelvino Vázquez y Carmen Gallo eran alta cultura inyectada a presión en el cerebro. El Principado se desentendió de crear un título homologable de esa escuela de excelencia. Al acabar hice el curso de escritura literaria de Magdalena Cueto e Inés Marful en la Universidad de Oviedo.

- ¿Qué tal le fue de actor?

-Jaroslav Bielski fundó "Réplica Teatro" y nos llamó a cinco. Dediqué el poema "La diáspora que quier ser dicha" a los que en los ochenta y noventa marchábamos de Asturias a buscar mayores espacios de libertad para convertirnos en sujetos plenos de afectividad y carnalidad. Trabajé de continuo cinco años, hice un protagonista, inicié un curso del Teatro de La Abadía, tuve mi primera relación de peso con un hombre diez años mayor. Viví del teatro en un 70%, con otros trabajos, entre ellos alarmador.

- ¿Qué es eso?

-Poner alarmas de noche en las prendas de "Zara". Cansé de ser mercenario del director y me fui al Institut del Teatre de Barcelona en 2001. Entré el séptimo, de 80, con mi curso de catalán hecho.

- ¿Acabó?

-No, exigía mucho tiempo y, al tener que trabajar, me fui desligando. Me costó hacer amistades. Trabajé ocho años en la Sagrada Familia. Entré vendiendo tiques y ascensor y acabé de jefe de sala y guía de protocolo. Allí hice grandísimos amigos, hijos de parejas mixtas.

- ¿No se relacionó con catalanes de pura cepa?

-Lo eran un par de parejas, con las que tuve relaciones de alta intensidad más que de larga duración. Con uno desarrollé la afición a escribir en catalán, que sentía cercano al asturiano. Durante Derecho hice dos poemarios adolescentes a un compañero del que me enamoré y nunca lo supo. Escribía y dibujaba lo que no podía vivir.

- ¿Por qué acabó Barcelona?

-No tenía pareja estable, se fue mi compañera de piso y no podía vivir solo. Tenía 38 años.

- ¿Por qué dice lo de la pareja estable si nunca parece tenerla?

-No compro el estereotipo de la promiscuidad gay. A los veinte y los treinta busqué un trabajo y una pareja estable. Soy nómada, voy donde me quieren y quiero, donde tengo algo que ofrecer o aprender. El trabajo es experiencia.

- ¿Por qué acaba Ribadesella?

-Porque se hace pequeño, se agota lo que aprendo y porque saco mi libro. Hace tres años empecé a sentirme gran esperanza blanca, muy bien considerado, inocuo. La sociedad tolerante, que sabe de mi condición, es insuficiente para mí.

- ¿Por qué?

-Tolerante no es inclusivo. No soy el invitado. El amor tiene un componente social: ir de la mano, despedirte de tu pareja...

- Es de la generación del matrimonio gay.

-Sin ella las parejas homosexuales estaban condenadas a la clandestinidad. La sociedad no puede demonizar un cuarto oscuro si no permite una afectividad social. Escribo del cuarto oscuro, del área de cruising y de la sauna, que no eran mi ecosistema. Parecen fruto solo de la búsqueda de placer, pero son fruto de una represión, de cuando la homosexualidad estaba proscrita. Un logro de la democracia es que hoy son una opción. Son morbosos, pero el morbo no es solo gay. De chavalín, el reservado de la discoteca Dover de Ribadesella era morboso.

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