Con Woody Allen llegó el escándalo. Las memorias del cineasta, publicadas ayer en España bajo el título de "A propósito de nada", han levantado una gran polvareda y no precisamente por sus declaraciones sobre el país, bastante generosas y especialmente con Oviedo, esa "pequeña ciudad con clima londinense" de la que guarda buenos recuerdos tras la concesión del premio "Princesa de Asturias" de las Artes y el rodaje de "Vicky Cristina Barcelona". La controversia viene por la versión que el cineasta ofrece de su relación con Mia Farrow y con su hija Dylan, quien le ha acusado de abusar sexualmente de ella cuando era una niña. Y mientras la polémica se extendía por diarios y redes sociales, la estatua del cineasta en Oviedo amanecía con el rostro cubierto por una mascarilla. Todo un símbolo en plena pandemia y ante una polémica que salpica a todo lo relacionado con el autor de "Annie Hall".
Allen, que niega en redondo las acusaciones, no escatima críticas a Mia Farrow, a la que incluso acusa de maltratar a sus hijos. Casi la mitad del volumen, de 440 páginas en su edición en español, se centra en la relación de Allen con Dylan Farrow. Con una gran precisión, el cineasta relata la buena relación que mantenía tanto con la joven como con Moses, otro de los hijos adoptivos de Mia Farrow, durante los años que estuvo con la actriz, y repite en muchas ocasiones que Dylan le "adoraba" y que las acusaciones fueron una operación en su contra construida por Mia Farrow, a la que pinta como una desequilibrada y mala madre, que no trataba igual a sus hijos biológicos que a los adoptivos.
"Mia obligaba a Thaddeus a ponerse en público soportes ortopédicos de hierro en lugar de los de plástico (....) ella quería que se supiera que adoptaba a niños discapacitados", relata Allen de uno de los diez hijos adoptados por la actriz, que tenía otros cuatro biológicos -tres de su matrimonio con André Previn y uno, Ronan, con el cineasta, aunque luego Farrow diría que era de su primer marido, Frank Sinatra-.
"No es extraño que dos de sus hijos adoptados ( Tam y Thaddeus) terminaran suicidándose. Un tercero también contempló esa posibilidad, y una hija adorable ( Lark), que tuvo que enfrentarse a un diagnóstico positivo de VIH con más de treinta años, terminó abandonada por Mia y murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado".
Respecto a su relación con Soon-Yi, hija adoptiva de Mia Farrow, y con la que empezó a salir cuando ella tenía 21 años y él 56, el cineasta asegura que nunca le prestó atención hasta que una vez le acompañó a un partido de baloncesto y le empezó a hablar del infierno que vivía en casa de la actriz -Allen y Farrow nunca compartieron piso-. Comenzaron su relación durante el rodaje de "Maridos y mujeres" mientras él seguía oficialmente con Farrow. Y unas fotos eróticas olvidadas sobre la repisa de la chimenea destaparon el escándalo.
En un primer momento, Mia Farrow dijo a sus hijos que el cineasta había violado a Soon-Yi . Fue en aquella época cuando Farrow llamó a la hermana de Allen para decirle: "Él me quitó a mi hija; ahora yo voy a quitarle a la suya". Y ahí comenzó, según el realizador, la operación para que Dylan acusara a su padre de violación.
Ajena a toda esta polémica, la estatua de Allen figura también en las memorias del cineasta: "En la adorable ciudad española de Oviedo hay una estatua de mi figura que es un retrato fiel. (...) Me gustaría decir que realicé algo noble y valiente en Oviedo para merecer este honor, pero, además de ir de visita, filmar un poco en esa ciudad, pasearme por sus calles y disfrutar de su hermoso clima (...) no hice ningún mérito que justifique un retrato escultórico, salvo dejar que ahorcaran un muñeco igual a mi. Oviedo es un pequeño paraíso, solo estropeado por la antinatural presencia de una imagen en bronce de un pobre infeliz".
