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De Bosé y Bunbury al cardenal Cañizares: así se propagan los bulos del covid-19

Las falsas historias y las teorías de la conspiración sobre el virus se extienden con cada vez más frecuencia, como los hilos del cantante de "Amante bandido"

"El conocimiento científico necesita años de investigaciones, una gran cantidad de pruebas y muchas revisiones antes de darse por aceptado. Las teorías de la conspiración, en cambio, solo necesitan una historia atractiva para prender la llama", reflexiona Joaquim Segalés, investigador dedicado en estos días al estudio del coronavirus y a la búsqueda de una vacuna. En estos inciertos tiempos de pandemia, las sosegadas explicaciones de los científicos chocan frontalmente con las tajantes y fraudulentas teorías que, sin entrar ni en pruebas ni en matices, afirman conocer "toda la verdad" sobre el virus. Su origen. Su cura. Su porqué.

Las incendiarias declaraciones del cantante Miguel Bosé estos días, con las que se alinearon artistas como Enrique Bunbury; o una homilía del arzobispo de Valencia, el cardenal Cañizares, donde afirmó que una de las vacunas contra el coronavirus se fabrica con "fetos abortados"; son solo ejemplos del auge de las teorías conspiranoicas.

Bosé, autor de éxitos como "Amante bandido", abandera en redes sociales la lucha contra una vacuna (que aún no existe) supuestamente creada para lograr el "dominio global" de la población mediante el uso de microchips, nanorobots, metales tóxicos y una conexión a la red de telefonía 5G. Estos son los ingredientes de un "complot mundial" en el que participarían desde GAVI (la Alianza Internacional para la Vacunación, entidad creada para garantizar el acceso equitativo a estos medicamentos) hasta gobiernos, farmacéuticas y oenegés como la del fundador de Microsoft, Bill Gates.

Este inverosímil relato ha sido desmentido punto por punto, criticado por múltiples expertos e incluso eliminado de plataformas como Facebook. Y, aun así, se ha convertido en un éxito viral. Algo que, según argumenta el propio Bosé en Twitter, demuestra que tiene razón. El ex cantante de "Héroes del Silencio", Enrique Bunbury, fue criticado por colgar en su perfil oficia un cartel que divulga esta campaña contra Gates.

Científicamente la teoría no se sostiene por ningún lado. Joaquim Segalés, investigador del IRTA-CReSA y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), recuerda que si ahora mismo hay cientos de investigaciones en curso es porque todavía no se ha dado con una fórmula para la vacuna. Así que no tiene sentido hablar de contraindicaciones de algo que todavía no existe. Pero, para los seguidores de estas teorías de la conspiración, incluso estas explicaciones forman parte del complot, por lo que la batalla dialéctica solo sirve para reafirmar su postura. ¿Entonces cuál es el camino para luchar contra la desinformación? La respuesta es más compleja de lo que parece.

El boom de estas teorías

Las teorías sobre un supuesto complot global contra la salud pública llevan décadas gestándose en los submundos de internet e, indirectamente, en el imaginario colectivo. La pandemia de covid-19 no ha hecho más que convertir las chispas hasta ahora aisladas en un gran incendio de desinformación. "En estos días la gente ha estado en casa con mucho tiempo libre pero también por mucho miedo a lo que podía pasar. Científicos y autoridades sanitarias se han ido contradiciendo, como es normal en una situación así, pero han acabado creando un gran desconcierto. El miedo y la incertidumbre son un campo abonado para charlatanes, bulos y estafas", explica Vicente Prieto, biólogo y presidente de Círculo Escéptico.

La trama de "la verdad que no quieren que sepas" ha acabado convenciendo a muchos por su retórica, no por sus argumentos. "Estas historias resultan muy persuasivas porque llegan por lo emocional", explica Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APEPT). "Para muchos resulta más tranquilizador creer que hay un enemigo definido (por ejemplo un complot) que entender que vivimos en un mundo hipercomplejo, del que desconocemos muchísimas cosas y en el que fenómenos así pueden ocurrir sin control alguno. El problema es que una vez entrados en esta lógica corremos el riesgo de alejarnos totalmente de la realidad", argumenta.

Los "caballos de Troya"

La clave del éxito de bulos, falacias y teorías de la conspiración es su premisa engañosa. "Muchos de estos discursos tienen una parte de verdad que se utiliza como un caballo de Troya para colar toda una serie de especulaciones y mentiras", argumenta Carlos Mateos, coordinador de la iniciativa 'Salud sin bulos'. En este confuso contexto, toda prueba que se aporte para refutar una conspiración es vista como parte de la misma.

En el caso de las polémicas declaraciones del cardenal Cañizares sobre el origen de las vacunas, ayer el Arzobispado de Valencia aludió a un artículo de la revista Science para defender su polémica homilía.

Las teorías sobre el 'misterioso origen' del SARS-CoV-2, por ejemplo, parten de la premisa de que los científicos todavía no saben con total exactitud de qué animal(es) ha saltado este patógeno. Esta incertidumbre se ha utilizado para especular sobre el supuesto 'origen humano (e intencionado) del virus' que, según argumentan algunos, habría sido creado por un laboratorio de Wuhan. O por Bill Gates. O por Estados Unidos contra China. O por los gobiernos para controlar a la humanidad, como sostiene Bosé.

Semilla de la desconfianza

El problema de estas falsas teorías no es si se cree en ellas o no. Si no la "semilla de la desconfianza" que plantan y que, con el tiempo, puede hacer que una persona acabe desconfiando de todo lo que digan las fuentes oficiales, sean estas médicos, científicos o autoridades sanitarias. "Los promotores de estas teorías utilizan tácticas típicas de las sectas. Dicen que solo ellos disponen de la verdad. Que son más despiertos que el resto. Que todo lo que viene de fuera es mentira", explica Molina, también vocal de la red de prevención sectaria y de abuso de la debilidad (RedUNE). No es de extrañar, pues, que "muchos grupos conspiranoicos acaban conectándose, como los terraplanistas con algunas ramas de las pseudoterapias que también defienden una verdad más allá de lo oficial. Estos grupos se retroalimentan y, además, expulsan a todas las voces críticas con sus ideas", argumenta Prieto.

La batalla por el relato

Conspiranoicos y fact-checkers parten, paradójicamente, de la misma premisa: el pensamiento crítico. Es decir, de la duda como actitud. La manera de aplicarlo, sin embargo, acaba llevando a unos extremos irreconciliables. ¿Entonces qué sentido tiene desmentir bulo por bulo si quienes creen en ellos no van a cambiar de opinión? "Hay gente que es inmune a cualquier tipo de razonamiento contrario a su doctrina. Pero también hay mucha gente indecisa que necesita información clara y fiable. Si no hubiera réplica a estas teorías, lo único que encontraría alguien que busca informarse sobre el tema es el relato falso", argumenta Mateos.

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