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La película es frescura desenfadada

Es cierto que "Pretty woman" también señala en direcciones interesantes: nos recuerda, por ejemplo, que las prostitutas tienen voz -cosa que nunca está de más en los tiempos que corren- y dispensa un tutorial pertinente sobre salud y pactos previos al encuentro sexual: los condones son obligatorios, las tarifas se negocian -"yo decido quién, cuándo y cuánto", dice Vivian- y los besos en la boca quedan fuera de la transacción, aunque esto último sirva en realidad para que el público descubra con regocijo y entre codazos el momento exacto en el que Vivian, ¡por fin!, admite que está enamorada.

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