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Cien asturianos indagan en el pequeño almacén de los grandes misterios

Con un centenar de científicos y “financiación cero”, el Ineuropa afronta una nueva etapa con la bióloga Ana Coto a la cabeza: “Pretendemos ser accesibles a empresas y pacientes”

Por la izquierda, Juan Carlos Bermejo (investigador predoctoral), Ana Isabel Corao (técnico de laboratorio), Ignacio Vega (profesor titular), Ana Coto, Paz García-Portilla, Marta Méndez y Yaiza Potes (profesora ayudante doctor), en el laboratorio de Coto, en la Facultad de Medicina. | Luisma Murias

Lleva casi diez años de actividad, pero el Instituto de Neurociencias del Principado de Asturias (Ineuropa) sigue siendo un gran desconocido. Por eso, su nuevo equipo directivo, con la catedrática de Biología Celular Ana María Coto Montes a la cabeza, se propone abrir a la sociedad una institución formada por 107 investigadores. “Queremos ser más accesibles. Las empresas y las asociaciones de pacientes tienen que saber que estamos aquí para ayudarles”, recalca la bióloga, quien relevó en el cargo, el pasado 22 de abril, al catedrático de Psicobiología Jorge Luis Arias.

Coto hereda un instituto carente de financiación en plena apuesta del Principado por la ciencia. “Recibimos cero euros. No tenemos ni para gastos de oficina”, lamenta. Pese a la falta de apoyo económico, Coto y su equipo directivo –la psiquiatra Paz García-Portilla y la psicóloga Marta Méndez– aseguran que afrontan esta nueva etapa “con muchas ganas de trabajar para la sociedad” y que buscarán dinero donde haga falta. Aunque la queja es inevitable: “Así no se puede mantener un instituto”. García-Portilla dice que la apuesta de Asturias por la “milla de la bata blanca” “solo se ve en edificios, pero no hay gestos con las personas”. Y Méndez advierte de que el Ineuropa, y la ciencia asturiana en general, está perdiendo “mucho talento”, que “se tiene que ir a la empresa o a la educación porque no contamos con los recursos suficientes”.

El primero de los objetivos que se marcan Ana Coto y su equipo para los próximo cuatro años tiene que ver precisamente con el joven talento. “Queremos apoyar a los grupos emergentes y a los nuevos miembros. En la actualidad, tenemos a trece investigadores predoctorales y representan la parte más débil del instituto”, señala la catedrática de Biología Celular y líder del grupo Cros, un consorcio multidisciplinar de científicos especializado en el estudio del estrés oxidativo. Pero si no hay dinero, ¿cómo les apoyarán? “Les orientaremos en su currículum desde nuestra experiencia”, detallan. Se trata, por tanto, de arroparles, porque, como indica Ana Coto, “esto es una carrera de fondo y, si no les ayudamos en las etapas iniciales, tendrán problemas en las posteriores”.

Ana Isabel Corao, con una pipeta, en el laboratorio.| Luisma Murias

El segundo reto que se marca la nueva dirección del Ineuropa consiste en transferir conocimiento de la Universidad a la empresa. En realidad, es una transferencia bidireccional. “Se trata de que el conocimiento que nosotros generemos llegue a la empresa y que, a su vez, la empresa nos traslade sus necesidades para ver si podemos cubrirlas desde nuestros grupos de investigación”, comentan.

Dentro del instituto hay especialistas en todos los aspectos de ese pequeño almacén de los grandes misterios que es el cerebro: psicólogos, neurólogos, radiólogos, psiquiatras, biólogos, genetistas, virólogos... Y hasta ingenieros, que se encargan, por ejemplo, del desarrollo de herramientas para la estimulación cerebral.

La relación Universidad-empresa ha ido a más en los últimos años y cada grupo de investigación tiene sus propios proyectos de colaboración. No obstante, el objetivo de Coto es “facilitar” a los 107 científicos de la institución aún más esa conexión. Ya han mantenido una reunión con el Ayuntamiento de Gijón para acercar el Instituto a la Milla del Conocimiento. “Iremos allí a presentarles nuestras líneas de investigación y que ellos nos cuenten también qué nos pueden ofrecer”, adelantan.

Yaiza Potes y Juan Carlos Bermejo, utilizando el microscopio. | Luisma Murias

El tercer y último objetivo prioritario se centra en crear una gran red de colaboración con otros institutos de neurociencias nacionales e internacionales, y asociaciones de pacientes. En tan solo dos meses, Ana Coto, Paz García-Portilla y Marta Méndez ya han logrado cerrar una colaboración con el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, de Ciudad de México: “Es una asociación de hospitales y clínicas. Viene a ser como un consorcio de investigación. Es nuestro primer lazo y, como no podría ser de otra forma, lo hemos establecido con Latinoamérica. La idea es no solo realizar conexiones de investigación, sino también seminarios, congresos, crear un máster internacional, ayudarles en la formación...”. En este contexto, las tres científicas al mando del Ineuropa insisten en que “el Instituto tiene que darse a conocer” a las asociaciones de pacientes. “Queremos ser más accesibles de lo que se suele pensar. Las asociaciones tienen una serie de necesidades que nosotros podemos resolver o, al menos, podemos servir como altavoz”, resaltan.

Marta Méndez, que ya fue secretaria con el anterior director, Jorge Luis Arias, pone en valor las neurociencias, un área “poco conocida, pero muy amplia y relevante para la calidad de vida de las personas”. “Nosotros aquí estudiamos desde la conducta hasta la célula”, apostilla. De hecho, Ana Coto, implicada precisamente en el estudio de la célula, nunca había investigado en neurociencia hasta que le dijeron que su aportación también era necesaria. “Hoy en día estamos muy lejos de aquella ciencia en la que te circunscribías a una línea específica y ya no salías de ella. Ahora es completamente diferente y es muy importante tener flexibilidad y plasticidad”, sostiene Coto. Flexibilidad a colaborar con quien haga falta y a pesar de que el lenguaje científico sea diferente y el otro esté en la otra punta del mundo. “La investigación en común es difícil al principio porque hay que buscar un problema al que podamos llegar. A partir de ahí, da igual donde estemos”, completa Coto, en relación a que el Ineuropa no dispone de una sede, sino que está entre la Universidad de Oviedo y el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Paz García-Portilla, Marta Méndez y Ana Coto, en el despacho de la catedrática de Biología Celular. | Luisma Murias

Una muestra de colaboración entre áreas diferentes es la de Ana Coto y Paz García-Portilla, que pertenece al Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), dirigido por el catedrático Julio Bobes. El proyecto empezó hace un año y consiste en la búsqueda de biomarcadores diferenciales en la esquizofrenia y el trastorno bipolar. “La gente joven, cuando debuta en estas enfermedades, padecen lo que denominamos primeros episodios psicóticos. En la psiquiatría global llegamos con ocho años de retraso al tratamiento. Por tanto, lo que queremos es buscar aspectos biológicos que nos permitan saber si ese joven va a terminar teniendo esquizofrenia o un trastorno bipolar, porque los tratamientos son opuestos”, detalla García-Portilla.

“Paz nos contó ese problema –continúa Ana Coto– y nosotros tratamos de encontrar biomarcadores en muestras sanguíneas. En un principio, buscamos si había diferencias en el estrés oxidativo, al existir estrés emocional, y comprobamos que era más elevado en la esquizofrenia. Así que eso nos llevó a que detrás de ello habría un mecanismo celular. Y hemos encontrados alteraciones a nivel mitocondrial y de la síntesis de las proteínas”. Ahora su equipo está inmerso en la búsqueda de marcadores “con la suficiente robustez estadística” como para detectar esas diferencias en la sangre de los pacientes. “La idea es identificarlo igual que identificamos ahora una subida de glucosa en un análisis”, añade.

El Instituto de Neurociencias pondrá en marcha a partir del otoño un ciclo de ponencias titulado “Ineuropa para la sociedad: el cerebro importa”, con el objetivo de dar a conocer precisamente sus investigaciones. La dirección pretende realizar una actividad con las familias, otra más social y otra más clínica, con sedes fijas para cada una de ellas a lo largo del año. La primera ya está programada y llevará por título “Cuando todo se apaga: retinosis pigmentaria, una luz desde las neurociencias”. “Ya hemos hablado con el presidente de la Asociación Es Retina, Andrés Mayor, y el investigador que participará en la ponencia será José Manuel García”, avanzan. También en esto han chocado con la falta de financiación. “No tenemos dinero ni para imprimir los carteles o poner el nombre del ponente”, critican.

Junto a Coto (directora), Portilla (subdirectora) y Méndez (secretaria), el “nuevo” Ineuropa lo completan tres coordinadores: Carolina Gómez, al frente de neurociencia experimental; Manuel Menéndez, que dirigirá la sección de enfermedades neurológicas; y Julio Bobes, que se encargará de la psiquiatría y los trastornos del comportamiento.

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