Lo primero que tiene que hacer Elena Martínez cuando se despierta cada maña es "descansar de haber dormido". Su cuerpo empieza a funcionar a media tarde y a las pocas horas vuelve a caer rendida por el cansancio. Su testimonio es idéntico al de otras afectadas por fibromialgia agrupadas en Asturias en la asociación "Somos Tribu Fibromialgia". El diagnóstico pasa por tocar 18 puntos gatillo en el cuerpo. Si al apretarlos la persona siente dolor, indica que tiene fibromialgia. Sin embargo, pasa desapercibida en las radiografías y resonancias. “El médico dice que la tengo, pero no tengo ninguna prueba tangible que lo demuestre. El dolor no se ve, y como no se ve, no nos creen”, aseguran las afectadas. "La gente no nos entiende y estamos cansadas de ver lo difícil que les resulta lograr la incapacidad laboral". Akadea Ribes es la última diagnosticada del grupo. "Fue un golpe tremendo, te niegas a creer que hay una enfermedad que haga que de la noche a la mañana no sirvas para nada y no puedas ni cepillarte el pelo". Su objetivo es dar visibilidad a su dolencia y expresar de forma gráfica como se sienten para que los políticos tomen, de una vez, cartas en el asunto. "Nos sentimos como una mierda y de eso es lo que va nuestra campaña Semillas de Esperanza", asevera Belén Fernández. Casi un centenar de botes con excremento de caballo, semillar y una carta irán a parar a los despachos de todos los responsables políticos del país en un cuidado envoltorio que han preparado en las últimas semana. "Solo buscamos empatía", aseguran. Es el dolor invisible que nunca se alivia