Jornada de alto voltaje en el juicio por el vídeo sexual de San Timoteo. La víctima relató la debacle que supuso para ella enterarse de que una grabación que ella no había autorizado estaba en conocidas páginas pornográficas, y que corría como la pólvora por el WhatsApp de sus teóricos amigos y sus conocidos de Navia. "No sé quién lo grabo, pero yo no di mi consentimiento. No estábamos donde se celebraba la fiesta. Me enteré en 2015, me lo dijo una amiga. Es lo peor que me ha pasado en la vida, es un hecho traumático que me va a perseguir toda la vida", aseguró, de espaldas a los acusados y al público, cubierta con la capucha de una sudadera. "Fue un acoso y derribo, estaba terminando mis estudios y mi perfil y mis datos estaban en la empresa, me tuve que pirar de allí y ahora vivo en Madrid. Estuve a tratamiento psicológico. Yo no salía de casa, las únicas salidas eran a la Guardia civil. Verbalizaba que mi vida no tenía sentido. No podía quedarme sola. Luego, mi terapia ha sido enfrentarme a la situación, tengo que aprender a vivir con ello", dijo.