“Los niños están muertos de miedo. El sistema educativo tenemos que trabajar con ellos, pero ¿qué explicamos? Es muy difícil explicar esto a todo el mundo. Cómo se lo haces comprender a la madre o a la niña que ayer tenía miedo de volver a su casa…” Absolutamente rota de dolor, Emma Álvarez, la directora del IES de la Ería donde estudiaba Erika Yunga, acudió a la capilla ardiente a dar el pésame a la familia. Ella, como el resto de asistentes, no se pueden explicar que un hombre haya terminado con la vida de una joven de 14 años cuando llegaba a su casa del colegio. La recuerdan como una niña “muy cariñosa y muy agradable”.

La comunidad educativa está consternada. “Cuando hay un silencio de las aulas y de los patios como el que se ha vivido, sobrecoge”, comenta Chema Hevia, sacerdote.  

“Son una familia ejemplar”, comenta emocionada Patricia Viejo, profesora del centro “María Inmaculada”.

A Miriam Delgado, amiga de la familia, no le cabe en la cabeza lo que ha sucedido. Asegura que todos están “rotos de dolor”, pero, en especial, los padres de la menor que era “la última de los hermanos, la consentida; una niña de su casa”.