–Para mí, Lisi es mi vida, es una parte de mí, somos un binomio, somos una. Ella es mis ojos, es mis manos, es mi afecto. No solo es que trabaje para mí. Con un perro puedes expresarte de una manera que a veces no te atreves a expresarte con una persona.
María Jesús Sanz Méndez reside en el barrio ovetense de Las Campas. A causa de un accidente de tráfico, se quedó ciega a los 25 años. Hace siete, Lisi irrumpió en su vida. Negra, lanuda, tamaño intermedio, atlética, morro afilado, bien proporcionada... Desde entonces, se ha convertido en una compañera imprescindible.
–La llevo conmigo a todos los sitios. Me he ido con ella a Madrid, a Islantilla, a Perú, a la República Dominicana... En Austria la atacaron tres dóberman incontrolados.