Hay ciertos alimentos y, sobre todo, ciertos preparados que se excluirían habitualmente de las dietas y que, en cambio, podrían aportar numerosos beneficios al hígado. El ejemplo más discutido sería el salteado. Evitar los salteados y el consumo de alimentos grasos serían los dos consejos más populares a la hora de establecer restricciones dietéticas. Del mismo modo que puede resultar erróneo eliminar totalmente un macronutriente de la dieta, renunciar por completo a un preparado también podría agotar la ingesta orgánica. Según muchos cocineros, es necesario hacer algunas aclaraciones. Excluyendo el abuso, el aceite de cocina tendría numerosos efectos beneficiosos para el hígado. Activaría el metabolismo, haría trabajar al hígado fortaleciéndolo, ayudaría a eliminar toxinas y reduciría los gases intestinales. El salteado haría que el hígado funcionara de forma óptima, fortaleciéndolo.