Los vecinos explican que la vía tiene alrededor de 3 metros y medio de ancho, y que eso no es distancia suficiente para que pasen dos coches a la vez. La única solución para los vehículos que la transitan es hacer una parada en los apeaderos existentes en algunos laterales de la carretera cuando se cruzan con otro vehículo. Sin embargo, muchas veces no pueden porque, con la vegetación tan alta, no tienen visibilidad suficiente para prevenirlo: “Es muy peligroso. Yo, la semana pasada iba con mi mujer embarazada en el coche y tuve un accidente. Fue en la zona de la iglesia, que hay muchas curvas cerradas: el camión iba ocupando el centro de la carretera, no giró bien y lo único que pude hacer fue dar un volantazo para esquivarlo. Por suerte, no nos pasó nada”, relata Rafael Caparroz, que se mudó a Santolaya hace dos años.