Yoshi Oïda camina en zapatillas por el pasillo central del patio de butacas del teatro Campoamor. Se sube al escenario, se sienta en una silla y espera. Está en pleno ensayo de “Los pescadores de perlas”, la ópera que Bizet escribió con 25 años y que servirá para cerrar la temporada lírica más compleja a la que se ha enfrentado la Fundación Ópera de Oviedo.
Oïda es el encargado de la escenografía de este último título, que se estrenará el próximo día 25. Está como en su casa. A sus 88 años, ha pasado más tiempo en los teatros que en cualquier otro lugar, así que es normal que el hombre se haya traído a Oviedo sus zapatillas. Le han venido bien. Entre la pandemia y el temporal, tenía que haberse ido de Oviedo el pasado domingo, pero no lo hará hasta mañana.
Aprovecha para trabajar más y dar las últimas instrucciones a los cantantes. Sube y baja del escenario con una agilidad que nadie consideraría propia de un hombre de su edad. En realidad la pandemia lo ha cambiado todo. No es solo que los cantantes ensayen con mascarilla, con la dificultad que ello supone para su trabajo, sino que todo se ha vuelto un poco más íntimo
