El Monopoly de la sidra: un sorprendente juego de mesa para futuros llagareros diseñado por estudiantes de Villaviciosa

Los participantes deben plantar pumaradas, cosechar manzanas y vender el producto final para ganar prestigio en el sector

Estudiantes de Quintes, probando el juego.

Estudiantes de Quintes, probando el juego. / Alicia García-Ovies

Es el Monopoly del llagar. Estudiantes de quinto y sexto curso del colegio rural agrupado (CRA) La Marina de Villaviciosa han diseñado un juego de mesa con el que aprender, de forma amena y divertida, cómo es el proceso de elaboración y venta de la sidra desde la pumarada a la tienda o el chigre. El objetivo que se plantea a cada jugador es ganar prestigio en el sector, produciendo la mejor bebida posible, a la vez que va adquiriendo conocimientos sobre uno de los símbolos de la región.

Con un máximo de cinco en cada partida, cada jugador empieza como propietario de una pequeña pumarada. "Con el paso del tiempo irá comprando y plantando más, acudirá al mercado a adquirir manzanas de otros…Además, dependiendo del proceso, también podrá producir sidra bajo la denominación de origen", explican los propios alumnos. La idea es que se simule al máximo cómo elaborar su propio producto, bien sea natural o espumoso. Para ello, tendrá que ejecutar mejoras, cosechar o vender el producto, así como organizar espichas, colaborar con alguna asociación vecinal o acudir a ferias y congresos. Gana quien consigue más puntos.

El juego intenta ser lo más fiel al proceso de producción y tienen en cuenta todos los factores posibles. Por ello, al principio de cada partida, que simula un año, los jugadores deben tirar los dados para saber cuánta producción de manzana tendrán. “No siempre se produce lo mismo”, indican.

Para dar forma al proyecto, los alumnos han contado con la colaboración del llagar Castañón y han ido testando el juego en todos los aularios del colegio, adaptándolo según las diferentes percepciones y propuestas. Este miércoles realizaron la última prueba, aunque el proceso aún no ha terminado. Queda elegir el nombre, el logotipo, buscar financiación para poder producirlo... Con todo, las expectativas son altas. "A ver si en todas las escuelas se acaba jugando a esto", desea el director del centro, Lluis Orviz.