Los límites del lenguaje se ensanchan en palabras de Maite Fernández Urquiza, la única especialista de la Universidad de Oviedo en Lingüística Clínica. Esta profesora ayudante acaba de iniciar un proyecto de investigación con pacientes adultos del Hospital Central (HUCA) que han sufrido lesiones en el hemisferio derecho del cerebro a causa de un ictus para detectar las posibles alteraciones comunicativas que se producen en el ámbito de la conversación cotidiana con sus familiares y amigos, y que los test tradicionales, centrados en los aspectos fonológicos y gramaticales del lenguaje, son incapaces de detectar. «Estudiar el lenguaje desde un punto de vista pragmático significa estudiar el lenguaje en uso, lo que pone en juego capacidades cognitivas y factores situacionales trasciende lo puramente lingüístico», explica la joven docente, una excepción dentro de los tradicionales modelos empleados en el departamento de Filología Española.

Fernández Urquiza inició muy pronto su revolucionaria trayectoria interdisciplinar en el estudio de la comunicación, interesándose por sus soportes neurocognitivos. Tras obtener su licenciatura, disfrutó durante cuatro años de una beca predoctoral FICYT para profundizar en la relación entre lenguaje y cerebro, que desembocó en una tesis doctoral sobre las bases neuropsicológicas de los procesos comunicativos, dirigida por Enrique del Teso y rompedora en el ámbito acádemico por sus innovadoras aportaciones. En agosto del año pasado, fue aceptada como investigadora oficial del grupo PerLA de Lingüística Clínica de la Universidad de Valencia, dirigido por Beatriz Gallardo y considerado el más prestigioso en la materia a nivel nacional.

Sus investigaciones la han convertido hace apenas unos meses en la responsable de un acuerdo de colaboración entre el Área de Lingüística General del Departamento de Filología Española de la Universidad y el área de Neurociencias del HUCA para estudiar el déficit lingüístico en hablantes que han sufrido accidente cerebrovascular en el hemisferio derecho. «Las teorías tradicionales explican el significado lingüístico de modo reduccionista, concibiéndolo bien como un objeto cultural o bien como una facultad cognitiva independiente del resto. Durante décadas se ha sostenido que el hemisferio derecho no desempeñaba ningún papel relevante en la interpretación del lenguaje. Ahora, al tener en cuenta su ineludible dimensión pragmática, se está empezando a demostrar que esto no es del todo cierto. Son necesarias todavía muchísimas investigaciones y resulta fundamental fomentar la intercomunicación entre los especialistas de la neuropsicología, la lingüística, y la logopedia», comenta.

El proyecto de la especialista, que acaba de echar a andar, se desarrolla en varias fases. La primera consiste en la recogida y transcripción de los datos. Para ello, la profesora se traslada hasta el domicilio de las personas con lesión derecha , que han sido seleccionadas por los expertos en ictus del HUCA y que se prestan voluntariamente a colaborar en la investigación. Allí, graba en vídeo su conversación con, al menos, un allegado (interlocutor clave), generalmente un familiar de máxima confianza. A continuación, realiza una transcripción de la charla, donde refleja, entre muchas otras cosas, los turnos de cada hablante, sus pausas, sus inflexiones entonativas, sus silencios y la información vehiculada por medio de la gestualidad. La segunda fase es de análisis, y consiste en detectar las alteraciones que se producen en comparación con datos de población sin déficit. El objetivo final es obtener diferentes perfiles de alteración pragmática que sirvan de base para el desarrollo de tratamientos a los logopedas.

«A los neurólogos, les he pedido que me faciliten el conocimiento del tipo de lesión post-ictus. Es decir, si los pacientes presentan un predominio de lesión cortical-frontal (parte delantera del cerebro) o temporal-parietal (mitad posterior), ya que los déficits son muy diferentes en uno y otro caso», dice la lingüista. «En el caso de problemas en el hemisferio derecho, se pueden destacar dos tipos de perfiles pragmáticos básicos: personas con "pobreza discursiva" que responden tan sólo con monosílabos, y personas cuyos turnos de habla destacan por ser excesivos y llenos de detalles irrelevantes, estancando el progreso temático de la conversación», destaca, convencida de que su labor servirá, en un futuro, para mejorar la calidad de vida de unos y otros.

La imparable progresión de la joven en un campo apenas transitado le ha permitido penetrar en los circuitos internacionales más prestigiosos de la especialidad. De hecho, el próximo martes comenzará una estancia de investigación en la Neuroscience and Aphasia Research Unit de la Universidad de Manchester, donde permanecerá hasta julio para analizar datos de hablantes afásicos en busca de las estrategias que ellos y sus interlocutores clave ponen en marcha de manera espontánea durante la conversación. «La lingüística clínica es un área apenas desarrollada en nuestro país, pero creo que su futuro es prometedor y que merece la pena apostar por esta vía de conocimiento. Por otra parte, es conveniente, por no decir necesario, salir fuera en busca de conocimiento y metodologías. Manchester es la nº 40 en el Ranking Mundial de Universidades de Shangai, es muy respetada a nivel europeo, y cuenta con un gran equipo de profesionales. Voy entusiasmada y dispuesta a aprender», afirma, convincente. «A veces siento que me he pasado la vida corriendo de la neurona al imperativo categórico pero, sinceramente, es algo que me apasiona y finalmente, compensa», remata.