Las aguas de la vida van por dos cauces paralelos, uno hondo y otro superficial. Así es en las personas, los grupos, los pueblos. Las aguas internas son de curso lento, indolente, espeso, en contraste con las saltarinas aguas de superficie. «Paquito el chocolatero» y otros tres pasodobles son las piezas que más suenan en vivo en España. Es el fluir hondo de las aguas en materia de gustos musicales, mientras los ritmos actuales reinan en superficie. No hay boda, fiesta de pueblo o verbena sin pasodoble, y esos eventos son el macizo de la raza. El origen más o menos militar del pasodoble -una marcha a paso rápido- podría darnos pistas. Si una fiesta popular languidece y hace falta darle marcha, alguien pone un pasodoble y los ánimos rebrotan. Cuando el genio toca al torero en faena, también suena. La marcha es el redoble antiguo de la tribu. Sospecha: sin casticismo la nación no existe.