Oviedo, E. URQUIOLA

Los historiadores Luis Manuel Rubio Sevares y Txema Ordóñez Fernández, miembros de la Asociación de Recreacionismo Histórico Cultural de Asturias (ARHCA), pronunciaron el pasado lunes, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, la conferencia «Prólogo a una declaración de guerra: Asturias frente a Napoleón», en la que expusieron las «valerosas» acciones que llevaron a cabo los asturianos en la guerra de Independencia.

Rubio Sevares indicó que aunque ARHCA se dedica de manera especial a la recreación histórica de las campañas de la época napoleónica en España, la asociación también está abierta a recrear períodos posteriores, teniendo como límite el año 1850. Así, durante estas fechas ha recreado actos como el levantamiento popular de Oviedo o la celebración del bicentenario de la declaración de la guerra contra Francia por parte de la Junta General. «Acercamos la historia a la población a través de imágenes, no a través de un libro, por mucho que nos pueda atraer, sino de forma más directa, viéndola», manifestó Sevares. Actualmente la asociación sólo tiene recreada la unidad del Regimiento Provincial Militar de Asturias, que, dijo, «se cubrió de gloria», ya que de ella salieron oficiales y suboficiales para conformar el Ejército asturiano que destacó por su valor en todos los campos de batalla de la Península.

En el acto también intervino Javier Rodríguez Muñoz, director del Club Prensa, quien agradeció la participación de ARHCA para el ciclo de conferencias que LA NUEVA ESPAÑA organiza sobre la guerra de la Independencia, y señaló que dicha asociación «nos acerca a la situación que se vivió en aquella época».

Txema Ordóñez retrocedió doscientos años en la historia para evocar el enfrentamiento de Carlos IV y su hijo Fernando VII en el que se puso como mediador a Napoleón Bonaparte, «primera espada de Europa, que hacía y deshacía reinos a su antojo. Como decían en el pueblo: pusieron a la zorra en el gallinero» dijo el historiador. A partir de este momento, España vio cómo entraban las tropas francesas al reino, y cómo salían las suyas. «Sacaron nuestras tropas de Asturias, lo mejor, lo más florido, y luchamos a favor del francés, de tal manera que el propio Mariscal Bernadott en su guardia de honor tenía a nuestros granaderos». Ordóñez señaló que más hombres fueron enviados hacia Portugal, unos 14 formaban el ejército del Algarve, y aún más salieron rumbo a Francia y América. «Nuestros gobernantes dejaron desguarnecido nuestro territorio», aseguró el especialista. Es así como el pueblo español comenzó a percatarse de que «el aliado» francés se quitaba la careta y se convertía en «dominador» y decidió levantarse contra él. El historiador citó motines como el de la Plaza de la Cebada en Madrid, el de Toledo, el de Burgos o el del pueblo gijonés que se levantó contra el cónsul francés Michel Lagonier en abril o mayo, dependiendo de las fuentes documentales. Para Ordóñez, cualquiera de las fechas «tiene toda la validez», y lo que hay que destacar es que el pueblo de Gijón se levantó en defensa «de unos reyes, de una religión, de un modo de vida. No querían que ningún extranjero dictase cómo se tenía que vivir». «No querían un cambio de dinastía, de la borbónica a la de Bonaparte», subrayó.

De igual manera, Ordóñez expuso que cuando los madrileños se levantaron contra los franceses el 2 de mayo también lo hicieron todos los demás vecinos de las diferentes regiones que residían en Madrid, en especial, la comunidad asturiana. «Cuatro puntos importantes hubo de lucha donde intervinieron los asturianos: Parque de Artillería de Monteleón, la Plaza Mayor, la Plaza del Palacio y el Hospital General». En éste último se luchó con lo que se podía, «con un espetón de cocina, o con una tijera». Sesenta bajas asturianas se suman en estos acontecimientos, todos contenidos una lista con nombres, apellidos, y edades que Ordóñez atesora como la demostración de las valientes acciones de los hombres y mujeres de Asturias.

La noche del 24 al 25 de mayo de 1808 Asturias declara la guerra a Napoleón. Se envían comisionados a otras provincias del Reino, como Cantabria, León, o Galicia; y el 30 de mayo representantes asturianos viajan a Gran Bretaña para solicitar apoyo al Reino Unido. El especialista exclamó: «¿Por qué no hay en esa dársena de Gijón un monumento a nuestros comisionados?».

El Parlamento y la Corona británica reconocieron a la Junta General del Principado como un órgano soberano, y enviaron cónsules, tropas y armamento. Gracias a ellos, según Ordóñez, se pudo organizar el Ejército asturiano. «Nuestros soldaditos fueron a la guerra con casacas rojas, porque no teníamos para vestirnos. Íbamos descalzos, con una simple capa y muchas veces sin camisa» afirmó.

Txema Ordóñez quiso subrayar que en muchas ocasiones ha escuchado que Asturias, durante la guerra, «fue un frente secundario». El historiador no está de acuerdo. «Si es así, entonces, ¿por qué en 1809 se atacó por tres frentes? ¿Por qué más de 20.000 soldados entraron por Pajares, Navia y por el Deva? ¿Por qué hubo dos grandes incursiones y cuatro invasiones?», cuestionó. Los franceses anhelaban una batalla decisiva contra Asturias, en especial, el general francés Bonet. Pero los asturianos lucharon de otra forma, daban «golpes de mano» que debilitaban continuamente al Ejército francés.

Para demostrar la importancia de la lucha asturiana, Ordóñez quiso citar una carta que escribió Napoleón Bonaparte el 8 de junio de 1811, en la que se decía: «Si el general Bonet evacua a Asturias, el duque de Istria se verá obligado a situarlo en Santander, y entonces no habrá hecho otra cosa que descubrir León y Valladolid, y dar toda la libertad a los insurrectos para inquietar la llanura, e ir incluso sobre Astorga y Benavente. Eso será un paso retrógrado, y la Junta de Oviedo se reforzará e infectará todas esas montañas». Txema Ordóñez quiso destacar que España enseñó a Europa que se podía combatir a los franceses, y que las tropas asturianas tuvieron siete condecoraciones. La divisa del Regimiento Provincial lleva un laurel y una palma. «El laurel significa victoria, la palma, el sufrimiento. Se ganó, pero con sangre, sacrificio y esfuerzo», concluyó.