Es verdad que las cigüeñas reocuparon sus nidos hace ya semanas, y ahora, tras el trajín de la llegada, se aprestan a su cosa, y que han vuelto también las golondrinas, las urracas han celebrado sus tremendas asambleas, algunos frutales se muestran florecidos y vaharadas de aire cálido se cuelan entre el frío viento del Este. Es verdad que en la media montaña la nieve se retrae a cornisas y pliegues, un pequeño grillo salta, temprano e inocente, ante la bota atenta, las alergias enturbian ya la paz invernal de muchos cuerpos, y la vida secreta de las células muestra cierta agitación. Es verdad también, incluso, que en las laderas menos inclementes el árgoma exhibe su vestido amarillo. Pero, aunque no se deba esperar a que las cautelosas hayas desenrosquen sus hojas, deberíamos al menos aguardar a que el cuco marque la hora, siempre tan exacta, para celebrar el final de las nieves.