«Asturias es desde hoy mi patria, y patria querida». Jesús Sanz Montes, de 54 años, madrileño, franciscano y obispo en el presente de Huesca y de Jaca, saludaba de este modo su nombramiento como arzobispo de Oviedo, comunicado ayer por la Santa Sede. El nuevo mitrado asturiano tomará posesión de su nueva sede «el día 30 de enero, sábado, a las once de la mañana». También destacó el hecho de que «voy destinado a una sede que tiene un sínodo diocesano en marcha, muy avanzado, será lo primero que aborde».

De Asturias, el nuevo arzobispo dijo conocer «Covadonga, por las tres o cuatro veces que he estado allí, con la Santina, a la que me encomiendo fervientemente; y conozco las montañas, por mis aficiones a la montaña y al esquí, más lo que he podido leer en la importante literatura de origen asturiano». Y agregó: «Voy a esa noble tierra, de la que dicen que es propiamente España, porque el resto me comentan es tierra conquistada».

Con soltura y expresión nítida, Sanz Montes ofreció ayer en la casa sacerdotal de Huesca una rueda de prensa a los quince minutos de que el nuncio Fratini comunicara que el Papa Benedicto XVI había hecho público el nombramiento del que será el arzobispo más joven de España. Sobre este último dato, Sanz Montes indicó con sentido del humor que tal vez «es para ver qué mal está la Iglesia, que tiene que tirar así de la cantera». No obstante, «ser el arzobispo más joven es una circunstancia que se supera con los años». Sobre sus expectativas más inmediatas, Sanz Montes confió en que «como hacen gala los asturianos, serán acogedores; me consta que lo son y así me lo recordaba esta mañana el obispo auxiliar, Raúl Berzosa». También espera el nuevo prelado que «como dice el poeta, "no sabiendo los oficios, los haremos con respeto"; y que, no conociendo los lugares, los descubriremos con asombro, con gratitud y con todo empeño».

Preguntado sobre si considera su nuevo destino como un ascenso episcopal, volvió a recurrir al sentido del humor: «Estando a estas alturas en el Pirineo, subir, subir, no voy a subir más». A continuación matizó que «no es un ascenso, porque este nombramiento no es ni un premio, ni tampoco por mi parte una conquista; los que somos hijos de obediencia, y como hijo de San Francisco que soy así lo entiendo, nos atenemos a lo que pide la Iglesia». «Nunca estudié para obispo, y cuando pedí manuales me dijeron que no había: no hay tampoco manual para ser arzobispo de Oviedo», agregó. Sanz Montes explicó que «me enteré hace escasamente diez días de mi nombramiento y he entrado dos veces en la página web de la diócesis de Oviedo». Ahí descubrió que existe un sínodo en marcha en Asturias, «que no deja de ser un momento importante en una diócesis, con lo que supone de participación de todo el pueblo de Dios, para saber auscultar la realidad, las dificultades y las posibilidades en tiempos tan cambiados y tan cambiantes».

El hecho de conocer poco Asturias lo reconoció el nuevo arzobispo como «un pecado al que Dios le pone la dulce penitencia de conocerla, y muy a fondo, con este nombramiento».

Y manifestó su propósito en la vida: «Hacer un mundo mejor, más parecido a como Dios lo desea y menos parecido a nuestras peores pesadillas».

Respecto a Jaca y a Huesca, Jesús Sanz Montes manifestó «pedir perdón por mis limitaciones, mis carencias y también por mis resuellos». Explicó que a sus «precariedades personales se han unido demasiadas responsabilidades: dos diócesis, trabajos en la Conferencia Episcopal, en la Comisión de Vida Religiosa, que en ella presido, la cátedra universitaria que dirijo y, en los últimos meses, el comisariado pontificio de Lumen Dei». Por todo ello, pidió «perdón por mis ausencias, por el bien no hecho, por mis excesos y por mis defectos».