Oviedo, Marcos PALICIO

El oráculo del cálculo acaba de asignar a Asturias una versión corregida y aumentada de su retroceso demográfico. En diez años, dicen las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, el Principado tendrá 50.000 habitantes menos, perderá 54.000 menores de 30 y ganará 12.000 mayores de 80. En momento tan oportuno, Anna Cabré habla de demografía en Oviedo. La directora del Centro de Estudios Demográficos pronunciará a las siete y media de esta tarde en el RIDEA la tercera conferencia del ciclo «Desafíos de la democracia, problemas del mundo», organizado por el Instituto Adolfo Posada con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA. Se llama «Brotes verdes en la demografía europea».

-No se ven brotes en Asturias.

-El panorama no es tan desolador mirando al conjunto de España. se prevé un crecimiento de más de un millón de habitantes en una década y eso es muchísimo. Asturias mantiene una tendencia que se ha fraguado en los últimos diez años y mientras España ha pasado en diez años de 40 millones de habitantes a 46 Asturias ha perdido población. Es un caso particular, porque no tienen mucha inmigración y sí una de las tasas de fecundidad más bajas, que no parece que se esté arreglando, además de una mortalidad más elevada que la media. Es un caso particularmente desfavorable.

-¿Por qué?

-No tengo todos los datos, pero la baja natalidad puede deberse a la formación muy tardía de las familias, a que la gente se casa muy tarde y los que se casan se conforman con un hijo único. Habría que analizar por qué no hay tanta inmigración como en otros lugares y saber que la natalidad está muy conectada con el mercado de trabajo. La fecundidad tiende a ser alta cuando hay empleo. En el caso asturiano, lo asombroso es que se haya atravesado un periodo de bonanza en España y Europa y no haya mostrado muchos signos de recuperación.

-¿Funciona la bola de cristal del INE?

-Lo que prevé el INE puede ocurrir o no. Su procedimiento consiste en elaborar unas proyecciones para España y desagregarlas por regiones en función de las tendencias anteriores. Es como la parte que le corresponderá a Asturias si todo sigue yendo como hasta ahora.

-¿Cómo sobrevivir con una población cada vez más vieja?

-El envejecimiento no tiene por qué ser un problema, sino un signo de que las cosas se están haciendo bien. Lo contrario querría decir que la lucha contra la mortalidad no está progresando. En el conjunto de España, la población tampoco ha envejecido, los mayores de 65 representan ahora más o menos lo mismo que hace una década. El problema no es tanto que la población por término medio sea cada vez mayor como que se la jubile anticipadamente, se la expulse del mercado laboral cuando aún tiene edad y fuerza para seguir aportando. El problema es cómo dar un sentido activo a las edades mayores.

-¿Qué hará la crisis con la población?

-Lo que tendrá mayores efectos numéricos es la reducción en la llegada de inmigrantes, que crecerá en niveles bastante bajos y cambiará de composición a favor de los reagrupamientos familiares o de aquellos extranjeros con libre derecho de circulación. Aunque si no hay trabajo, ni éstos van a venir. El crecimiento demográfico será menor, pero esto es normal, porque en la última década ha sido superior al de la media de la población mundial.

-¿Se arregla con más política social?

-Soy contraria al fomento de la natalidad, pero partidaria de ayudas a las familias, porque no tienen contraindicaciones, merecen ser ayudadas por el gasto que supone la carga de los hijos. Y si esas ayudas incitan a que tengan más hijos, perfecto. Me complace, no obstante, que pese a que se habló de ello no se vaya a suprimir el cheque natal.

-En Asturias sí.

-En el caso de una ayuda así, es tal vez peor quitarla que no haberla dado nunca. Eliminarla puede significar que te dejan a tu suerte. Soy partidaria de ayudas para el bienestar de las familias y pienso que la mejor política de natalidad es una buena política de empleo, en particular la dirigida hacia las mujeres. Es muy viejo eso de que para que haya niños debe haber mujeres que se queden en casa. No hay nada más desincentivador para la natalidad que el desempleo.

-¿De eso hablará en Oviedo?

-Y de la relación entre desarrollo y fecundidad. Antes, cuanto más elevado era el índice del desarrollo y más trabajaban las mujeres, más baja era la fecundidad. Desde hace una década, este valor no sólo ha aumentado en los países desarrollados, sino que lo ha hecho deprisa.

Perfil

Anna Cabré i Pla (Barcelona, 1943), doctora en Geografía Humana y catedrática de la misma materia en la Universidad Autónoma de Barcelona, lleva 25 años al frente del Centro de Estudios Demográficos, los mismos que cumplió en febrero esta institución dedicada a la formación y la investigación en demografía fruto de un convenio entre la Universidad Autónoma y la Generalitat. Cabré tiene además una amplia trayectoria docente e investigadora que ha ejercido en universidades de Montreal, Chicago, París y México y es autora de numerosos estudios y análisis sobre demografía.