Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

Crema de calabacín, merluza a la sidra y tarta. Ése fue el sobrio menú de la cena privada que Jesús Sanz Montes compartió anoche con la mayor parte de los cardenales, arzobispos y obispos que llegaron a Oviedo para asistir a su toma de posesión. En total, 39 mitras. Mientras en el exterior llovía a mares, también degustaron estos mismos platos, aunque en diferentes salones del hotel, numerosos familiares del nuevo arzobispo -uno de cuyos sobrinos de corta edad celebraba su cumpleaños-, varios secretarios y sacerdotes, así como buena parte de la delegación de curas y feligreses de las diócesis de Huesca y de Jaca que acompañaron a Sanz Montes hasta su nuevo destino.

Los mitrados que hoy asisten a la toma de posesión del nuevo titular de la diócesis fueron llegando al hotel Regente, donde se hospeda la mayoría de ellos, a partir de las seis de la tarde. Uno de los primeros en dejarse ver fue el antecesor de Sanz. El hoy titular de Valencia, Carlos Osoro, aseguró que Montes será un «extraordinario obispo», poco antes de salir a dar un paseo, algo que también hizo Elías Yanes Álvarez, obispo emérito de Zaragoza y ex auxiliar de Oviedo, pese al frío y a la lluvia. Por su lado, Monseñor Maury, nuncio papal en el lejano Kazajistán, y Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona, también llegaron pronto a la ciudad y, a la hora de trazar un breve perfil de Sanz Montes, destacaron por encima de otras consideraciones su «gran preparación» y que, «ante todo, estamos ante un hombre de Dios».

El nuncio del Vaticano en España, Enzo Fratini, llegó sobre las ocho de la tarde, y fue recibido por Maury y diversos prelados, entre ellos, los de Tarragona, Jaume Puyol; Tarrasa, José Manuel Saiz Meneses, y Ávila, Jesús García Burillo. Proveniente de Colombres, donde tuvo un primer contacto con la que desde hoy será su nueva diócesis, Sanz accedió al hotel, junto al obispo auxiliar Raúl Berzosa, media hora después. No reparó en abrazos y saludos, lo mismo para el resto de mitrados que para seglares y sacerdotes.

Tras unos minutos de conversación los invitados pasaron a uno de los comedores del hotel, donde la cena comenzó a servirse poco después de las nueve. Monseñor Munilla, que viajó en coche desde San Sebastián, llegó con el tiempo justo para degustar la crema de calabacín y saludar a Sanz Montes, con el que mantiene una estrecha amistad. Quien todavía no había llegado para entonces era el cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal, quien, no obstante, estará presente en los actos de hoy.