Los negocios de compraventa de oro están atados a un estricto proceso burocrático controlado en todo momento por las autoridades competentes, y requieren de una licencia del Ministerio del Interior para poder llevar a cabo su actividad. El primer paso de toda compra es la tasación, en la que se determina la calidad de la mercancía y no se tienen en cuenta aspectos tales como el diseño. «De todos modos, no es lo mismo un reloj de oro de lujo que uno común. Si se trata de productos muy exclusivos se paga un poco más», subraya un comprador ovetense. Una vez que se ha alcanzado un acuerdo con el cliente se establece un contrato de compra, siempre y cuando los vendedores sean mayores de edad y presenten su DNI. Finalmente, las piezas son fotocopiadas y sus imágenes son remitidas a la Policía Nacional, que se encarga de supervisar las compras para evitar el posible tráfico ilegal de joyas. Tras un período de seguridad se puede proceder al fundido de la mercancía.