Vicepresidente de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial

Oviedo, R. L. MURIAS

Avelino Menéndez Fernández (Santo Adriano, 1967) es vicepresidente de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial, la asociación de pesca más antigua de España, fundada el 2 de febrero de 1946, y la más numerosa de Asturias, con más de 3.000 socios. Menéndez es uno de los 12.000 pescadores que han solicitado licencia para pescar salmones en la región durante la temporada 2010, la primera que comienza con un período de pesca sin muerte para intentar recuperar la presencia del salmón en los ríos asturianos. Reconoce que la norma no le gusta, pero cree que es necesaria y que si se quiere que los salmones vuelvan a los ríos del Principado es necesario adoptar estas restricciones, y aún más. «Ahora toca pensar en el salmón».

-¿Ha ido a pescar desde que se abrió la temporada el pasado fin de semana, aunque con la prohibición de sacrificar al salmón?

-No, no he tenido tiempo. Pero este fin de semana iré, seguro.

-Ustedes forman parte del Consejo de Pesca, el foro donde se gestó la normativa de este año, la más restrictiva de la historia del Principado. ¿Le gusta la norma?

-No, no me gusta. Pero era necesaria y no quedaban otras opciones. La biología del salmón es la que ha hablado. El año pasado se capturaron en Asturias 356 salmones y eso tiene que hacernos reflexionar a todos.

-Entonces usted no es de los que piensa que esta norma va en contra del pescador y del ribereño, tal y como asegura, por ejemplo, la Sociedad de Pescadores El Esmerillón.

-No, claro que no. Además hay que tener en cuenta que el borrador que nos presentó la Consejería de Medio Ambiente antes de empezar a negociar era mucho más restrictivo. Somos quince colectivos los que formamos parte del Consejo de Pesca y el único que se levantó y se negó a negociar fue El Esmerillón. Ser ribereño no significa ser el dueño del río y la Administración es quien tiene la potestad y la obligación de gestionar y tomar la medida, porque es la dueña del recurso. Soy pescador y no me gusta que se apliquen restricciones, pero si queremos que nuestros hijos y nietos puedan ir al río, hay que aplicar recortes. Nosotros también somos una amenaza para el salmón. Cada uno que pescamos, no vuelve al río. La normativa no es buena, pero es la menos mala de la posibles.

-¿Cuesta, después de toda una vida llevándose los salmones a casa, aprender y disfrutar de la pesca sin muerte?

-Es un cambio duro. Antes matábamos sin escrúpulos. Pero si amas el río, si lo que te importa es la especie y participar del deporte, entonces no puedes agotarlo.

-¿Asturias está todavía a tiempo de volver a ver los salmones en sus aguas?

-A poco que nos descuidemos, lo perdemos. Nuestros salmones son los que más crudo lo tienen hoy en Europa, porque viajan desde las aguas más templadas hasta Groenlandia, donde vive dos o tres años, y para esto tienen que recorrer unos 4.000 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, y en este recorrido se encuentra con un sinfín de enemigos a los que hay que sumar los que se encuentran cuando regresa al río. Recuperar el salmón siempre es difícil, porque tiene una doble vida en el mar y en el río. En alta mar no hay ningún control y nosotros pediremos a la Administración, con urgencia, que se vigile lo que está pasando en el río y lo que está pasando en la mar. Nosotros vamos a pedir explicaciones. Si se regula la pesca en el río, también hay que gestionar lo que pasa en el mar.

-¿Qué límites tiene hoy el pescador que captura salmones en el mar?

-Simplemente tirar una red, y lo que saque para él. Pueden pescar indiscriminadamente. Alguien va a tener que investigar y saber qué es lo que ocurre en el mar.

-¿Quién es el peor enemigo del salmón?

-Sin duda, el cormorán. Un cormorán se come al día más de medio kilo de pescado y además es un ave alóctona. Nosotros echamos cada año al río una media de 600.000 alevines que la Consejería reparte entre los ríos asturianos. Estamos seguros de que la mayoría de ellos se muere antes de llegar al mar, porque los cormoranes se comen a la mayoría de los alevines que nosotros criamos. A veces tenemos la sensación de que estamos alimentando cormoranes.

-Para ustedes, ¿el campanu es el primer salmón que se captura, tal y como dice la ley de Biodiversidad y Paisaje, o es el primero que se captura, se precinta y se vende?

-Es verdad que la ley dice eso, pero hay que ser lógicos. El campanu es el primer salmón que se captura y se puede matar. No se puede ir en contra de esta tradición y no se puede querer acabar con la fiesta del campanu ni con la subasta, más cuando hay un concejo que está todo el año trabajando para celebrar este día. ¿Qué gana El Esmerillón yendo en contra del campanu? Nada.

-¿Sufre el salmón que se captura y se suelta otra vez al río?, ¿Hay posibilidad de que muera?

-Puede morir alguno, pero es muy difícil. Los anzuelos que se utilizan para practicar la pesca sin muerte no tienen nada que ver con los que se ponen para capturar al salmón de la forma tradicional. Son prácticamente inofensivos.

-A usted no le gusta la normativa, pero la acata. ¿Deben los pescadores acudir al río a practicar la pesca sin muerte?

-Hay que aprender a disfrutar de la pesca de otra forma y pienso que el pescador debe de ir al río, porque si no va nadie, entonces se vedará la pesca y eso fomentará que haya pescadores furtivos. La Administración dispone de pocas guarderías y es necesario que se controle más a los furtivos, igual que hay que llevar a cabo una limpieza de los cauces y una mejora de los frezaderos. Por mucho que nosotros repoblemos con alevines es necesario que la repoblación natural se mantenga, si no, será muy difícil recuperar la especie.

-Dicen que el cormorán es el peor enemigo del salmón. Este año se ha llevado a cabo un importante control sobre ellos. ¿Están satisfechos?

-No. Se han matado pocos y tarde. La Consejería decidió este año matar cormoranes porque se dieron cuenta de que el número de salmones era bajísimo, pero hace tiempo habían descartado matar más aves. Se nos puede exigir que arrimemos el hombro para salvar la especie, pero todos los que vamos al río sabemos que los cormoranes acaban con muchísimos salmones.

-¿Lamentan que El Esmerillón haya emprendido acciones judiciales para tumbar la normativa de pesca?

-Sí. Nuestra sociedad no juega a la política, pensamos en la biología del salmón. Hay estudios serios que evidencian que la caída de la especie es sangrante. ¿Qué podemos pedir? Tenemos una normativa que permite capturar tres salmones por pescador y tenemos 12.000 licencias. La cuenta está fácil de echar. Se pueden pescar 36.000 salmones, pero es que el año pasado sólo se lograron capturar 356, porque no había más. Los números son claros.