Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

«Pues claro que sí, la culpa de la crisis es de los trabajadores por tener esos sindicalistas, que dejaron de ser sindicatos de clase para convertirse en sindicatos de funcionarios y cuyo objetivo es seguir ahí: cobrando del Estado». Estas declaraciones del filósofo Gustavo Bueno en una charla ofrecida el pasado sábado en Oviedo -en la que también acusó a las centrales de ser «cómplices del Estado», «estar cautivas» y «no tener actitud política»- han motivado una cascada de críticas sindicales al catedrático emérito de la Universidad de Oviedo.

Tanto responsables de UGT, como de Comisiones Obreras (CC OO) o de SUATEA rechazaron con dureza los argumentos de Bueno. Sólo Cándido González Carnero, de la Corriente Sindical de Izquierda (CSI), se mostró de acuerdo con el autor de la teoría del cierre categorial, en una severa crítica a la «actitud complaciente de los sindicatos mayoritarios, mientras el país se acerca ya a los cinco millones de desempleados».

Justo Rodríguez Braga, secretario general de UGT en Asturias, asegura que «echar la culpa de esta crisis a los trabajadores por sus sindicatos es una cuestión que ofende a la inteligencia y a los propios trabajadores, cuando está claro que los verdaderos culpables son los especuladores». Para Rodríguez Braga, «Gustavo Bueno es un estómago agradecido que chochea y que paga favores a su gran benefactor, el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo». El sindicalista también afeó al catedrático emérito que «ha pasado de comunista frustrado a ultraliberal reaccionario, sin detenerse en posturas más moderadas en las que nunca ha estado».

Por su lado, Beatriz Quirós, de SUATEA, puso de manifiesto, con tono irónico, lo «mucho que ha evolucionado Gustavo Bueno desde que nos daba clase en la Universidad y tenía a gala sus orígenes de izquierda y contaba los problemas que había tenido para trabajar durante el franquismo». Para esta sindicalista del sector de la educación, las declaraciones del filósofo sobre la crisis «no se sostienen en pie», toda vez que, según apunta, «está bien claro que las razones de esta crisis están en un sistema capitalista que se ha agotado y no en los trabajadores».

Desde CC OO, Enrique Corujo, secretario comarcal de Siero, mantiene que «los trabajadores no son culpables de la situación económica, sino sus principales víctimas». Para este sindicalista, que ve el origen de la crisis en clave internacional y bancaria, «la clase trabajadora está haciendo todo lo posible para superar una crisis en la que no tiene ninguna responsabilidad, diga lo que diga Gustavo Bueno».

Entre la aplastante mayoría de opiniones sindicales críticas con el prestigioso filósofo, también hay quien sale en su defensa y se muestra de acuerdo, en líneas generales, con su discurso. Así, desde CSI, Cándido González Carnero también culpa de la situación a «los sindicatos mayoritarios, que mantienen una pasividad totalmente inaceptable». A juicio de este histórico sindicalista del sector naval, «en Grecia, donde hay una crisis enorme, como la de España, las centrales sí que se están movilizando y no permanecen paralizadas o como aquí, defendiendo los intereses propios del capital». González Carnero considera que «con casi cinco millones de parados, los sindicatos deberían pasar a la movilización de los trabajadores, algo que no hacen porque están al servicio del Estado». En resumidas cuentas, que, a su entender, la opinión de Gustavo Bueno sobre la crisis es «una constatación de la realidad».