Pola de Somiedo,

Vicente DÍAZ PEÑAS

A pesar de que el oso pardo cantábrico sigue en peligro de extinción, la población en Asturias ha mejorado considerablemente en los últimos años. Si en la actualidad se estima que pueda haber cerca de 120 animales en la Cordillera, es, en buena parte, gracias al trabajo realizado por la «Patrulla Oso» del Principado y otras organizaciones que velan por la supervivencia y cuidado de esta especie emblemática. En los últimos años se ha luchado contra el furtivismo, se ha avanzado en la concienciación social y se ha trabajado insistentemente por la conservación del hábitat y de la propia especie. Las cosas, como apunta Miguel Fernández, guarda mayor de la «Patrulla Oso», se han hecho bien. Pero todavía queda trabajo por delante. Los osos siguen estando en peligro.

LA NUEVA ESPAÑA acompañó durante una jornada de trabajo a los miembros de la «Patrulla Oso» destinados en Somiedo. Los guardas avistaron a «Villarina», estimaron los daños de una familia en un colmenar, patearon el bosque en busca de indicios oseros y recogieron restos de los úrsidos que se mueven por la zona. Fue una jornada que no sólo sirvió para conocer el trabajo de estos cuidadores del oso. Los guardas repasaron toda la labor realizada en estos años y marcaron por dónde debe ir el trabajo de los próximos años. «Si se ha conseguido mejorar la población, lo suyo sería continuar con esta línea de trabajo», asevera el somedano Carlos Francisco.

La patrulla considera que si la especie ha mejorado, ha sido gracias a varios factores. Hay mayor concienciación social. En las zonas oseras, el animal ya no se ve como un enemigo, más bien como un beneficio. Se ha mejorado considerablemente el hábitat del plantígrado y gran parte de su zona de campeo y reproducción en Asturias está declarada parque natural. La vigilancia y el control de la especie por parte de la patrulla, la guardería del Principado, el FAPAS y la Fundación Oso ha ido creciendo con el paso de los años. Y cada vez hay menos furtivos. «Todo influye, pero es vital la colaboración entre todos los participantes. Aunque tengamos nuestras diferencias, sabemos que trabajamos por un objetivo común que no es otro que conservar la especie», remarca Miguel Fernández.

La patrulla considera que se han hecho bien las cosas y que por ello hay que seguir en la misma línea de trabajo. Es como si el futuro pasara por el pasado. Así que los retos que persigue la «Patrulla Oso» siguen siendo los mismos de siempre: conservar la especie y lograr que ésta logre salir del peligro de extinción. «Es una labor dura en la que también tiene que colaborar la sociedad. Todos somos partícipes», señala el guarda mayor.

Aunque parezca mentira, el turismo también debe ser parte activa en la conservación de esta especie emblemática. En los últimos años ha aumentado el número de personas que quieren ver un oso en libertad. «Mucha gente viene a Somiedo con esa idea, pero es muy complicado ver un oso. Nuestro trabajo lo demuestra. Pasamos horas y horas en el monte y no siempre tenemos suerte», comenta Juan Díaz. Desde la patrulla no se ve mal que la gente quiera ver osos pues, como apunta el Guarda Mayor, es un patrimonio que pertenece a todos. Sin embargo, abogan por que el «turismo de osos» se realice apelando al sentido común y siempre sin causar molestias a los animales.

«Si los animales detectan la presencia de humanos, se pueden asustar. En este caso estamos sacando al oso de una zona en la que se siente seguro y ponemos en peligro su supervivencia. Si el animal tiene crías, las pueden perder al salir de la zona segura. Cuando alguien vea un oso, tiene que pensar que está viendo un animal que está en peligro de extinción. Así que debe actuar en consecuencia», argumenta Díaz. El guarda mayor recuerda que molestar a una especie en peligro de extinción está considerado un delito. La patrulla también aboga por respetar la señalización en los parques naturales y, en el caso de avistar un animal, no acercarse.

Los guardas de la patrulla apuntan que para evitar crear molestias a los osos en su hábitat, se podrían habilitar zonas de avistamiento controladas. Siempre serían lugares alejados, para no generar inconvenientes a los úrsidos. Además, apuestan por una regularización de estas hipotéticas visitas. «No se puede convertir en un circo, así que lo mejor sería hacer avistamientos regulados y con un número reducido de personas. No hay que cerrarse al aprovechamiento turístico, pero lo primero sigue siendo la conservación de la especie», comenta Miguel Fernández. Y es que los miembros de la «Patrulla Oso» tienen muy claro que lo mejor para conservar la especie es colaborar y actuar en todos los frentes. La responsabilidad es cosa de todos.