Juez de menores de Granada

Gijón, C. JIMÉNEZ

Emilio Calatayud Pérez nació en Ciudad Real el 22 de diciembre de 1955. Es el cuarto de ocho hermanos. En 1972 se trasladó a Madrid, donde estudió en ICADE. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto. Tras un paso efímero por la abogacía y la empresa, accedió a la carrera judicial en 1980, y desde diciembre de 1988 se encarga del Juzgado de Menores de Granada. Conocido por sus sentencias ejemplarizantes, ofreció el viernes una charla en el colegio Inmaculada de Gijón sobre «La educación en España», organizada por la Asociación de Antiguos Alumnos del centro.

-¿Qué opina sobre la suspensión al juez Garzón?

-Era completamente previsible. En el momento en que el Tribunal Supremo abre el juicio oral hay que suspenderlo, es por imperativo legal. Entra dentro de lo normal.

-¿La decisión puede marcar un precedente en la judicatura?

-Como Garzón ha habido muchos jueces que han sido suspendidos, condenados y sancionados. Garzón ha hecho cosas muy buenas pero si ha metido la pata hay que acatar la decisión del Estado de derecho.

-¿Se ha visto superado por el carácter mediático del caso?

-Todas las manifestaciones que se han hecho le han perjudicado, pero de todas formas ya veremos en qué queda. Ahora lo único que hay es que ha sido procesado, veremos a ver cómo acaba. Personalmente, le deseo lo mejor pero lo de la suspensión era previsible en el momento de la apertura del juicio.

-Llega a Gijón para hablar de la educación en España. ¿Tan necesaria es una revisión al sistema?

-Tenemos complejo de joven democracia. Hemos pasado de un extremo al otro: de una familia autoritaria al otro extremo, de una escuela autoritaria al otro extremo y la sociedad es exactamente igual. Estamos pagando las consecuencias de esos extremos y hay que recuperar el sentido común y el término medio. Nos ha dado miedo hablar de la autoridad de los padres, de los profesores y de quien nos gobierna. Se cree que todo vale y hay que enseñar a los hijos que tienen derechos, que tienen responsabilidades y que sus actos tienen consecuencias.

-¿Qué deberes están pasando por alto los jóvenes?

-Los primeros, en la familia, obedecer y respetar a sus padres; y en segundo lugar, contribuir con las cargas familiares. Tienen derecho a la educación, pero también el deber de estudiar y como ciudadanos tienen derechos pero también deberes y hay que enseñarles que la violación de las normas tiene sus consecuencias.

-Cada vez hay más menores en el banquillo. ¿Se les ha judicializado en exceso?

-No lo creo. Se habla de que tenemos 30.000 chavales que pasan por los juzgados pero en muchos casos es por faltas leves. En realidad se ha judicializado todo. Estamos en una época de crisis de valores, de problemas entre padres e hijos y el fracaso escolar causa muchos problemas. Los mismos complejos de la sociedad han llevado a no saber poner límites a los chavales.

-¿Dónde está el límite?

-Estamos en una sociedad cada vez más violenta. Los chavales hacen uso y abuso de sus derechos y dejadez de sus deberes y muchas veces no son conscientes, pero también es verdad que se ha dado mala información por parte de los medios.

-¿Qué propone?

-Lo que hay que hacer es un pacto por el menor, establecer qué se puede hacer y qué no se puede hacer y quitar las contradicciones que tenemos en el ordenamiento jurídico. Me parece una barbaridad que una cría de 12 años pueda comprar la pastilla del día después y no pueda consentir relaciones, o que con 13 años pueda consentir relaciones y no pueda darse de alta en el Tuenti. Y que con 16 años pueda abortar sin conocimiento y consentimiento de sus padres y no pueda conducir un coche. No todo vale y hay que fijar límites. Aquí no debe haber intereses políticos sino intereses humanos.

-¿Está de acuerdo con las penas de privación de libertad?

-El tiempo de internamiento a veces es mayor que para los adultos. Se dice que el tiempo máximo de internamiento son cinco años pero no es verdad. Si un menor es juzgado por dos o tres delitos en distintos juicios, entre 14 a 16 años, puede llegar a 10 años de internamiento; y si el delito lo comete un chaval entre 16 y 18 podría llegar hasta 16 años. Se dice que los cinco años para el Rafita por la muerte de Sandra Palo son poco, pero yo me pregunto: ¿cuánto ha cumplido De Juana Chaos por 25 asesinatos? Luego la ley no es tan blanda. Lo que pasa es que cuando un menor comete un crimen horrendo genera mucha alarma social.

-Las familias claman justicia.

-Si te matan a tu hijo es normal que pidas el cambio de la ley y un endurecimiento. Otra cosa es que el Estado responda. La revisión de estas cuestiones debe hacerse tranquilamente y viendo todas las posibilidades, pero no creo que la actual ley del menor sea blanda. Es proporcional y a veces es muy dura.

-¿Las redes sociales en Internet se han convertido en un arma de doble filo?

-Internet es un instrumento muy bueno pero muy peligroso. Estamos teniendo problemas de drogadicción sobre los teléfonos móviles y los ordenadores. Ya tenemos chavales que tienen el mono si les quitas el móvil o el ordenador. Los menores no deben de tener Internet en su cuarto sino que debe estar en el salón de su casa. Es muy bueno, pero hay muchísima inseguridad. Nos está causando muchos problemas. A cuenta de eso muchos delitos proceden de la clase media y media-alta. Se suplanta la personalidad, se producen acosos y vejaciones, hay ataques a la intimidad y los padres no son conscientes que al comprar esos móviles y esos ordenadores no controlan a sus hijos y no tienen idea de lo que pasa.

«La suspensión a Garzón era completamente previsible; si ha metido la pata, hay que acatar la decisión»

«Internet es un instrumento muy peligroso; ya tenemos chavales con adicción al móvil y al ordenador»