Oviedo, J. E. MENCÍA

El contundente golpe de mando asestado por el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, sobre el tablón de ajedrez en el que el PP asturiano jugaba la partida de su candidatura a las autonómicas ha dejado fuera de juego a los casquistas. «La vela que va delante es la que alumbra», dice Robe Iniesta, un viejo rockero, como De Lorenzo, y la vela que va delante en el PP de Asturias es desde hace muchos años la del regidor ovetense. Así lo reconocía ayer el vicesecretario de política autonómica del PP, Javier Arenas. «La única voz autorizada en Asturias sería la del alcalde de Oviedo», señaló.

El currículum lo avala. De Lorenzo ha ganado por mayoría absoluta todas las elecciones a las que se presentó excepto las primeras, allá en 1991, y su aventura en las generales, donde cayó ante el socialista Álvaro Cuesta. De Lorenzo dicta los movimientos del sector oficial ahora; él ha congregado al ochenta por ciento del partido a su alrededor y él ha dejado sonados a los casquistas de un golpe. Pero ¿quienes son unos y otros? ¿Qué familias integran estos frentes?

En el sector oficial y mayoritario, De Lorenzo es el líder. La realidad lo prueba. Las opciones de la candidatura de Álvarez-Cascos se mantuvieron vivas, pese a que la dirección nacional del partido nunca las contempló con buenos ojos, hasta que Gabino de Lorenzo dijo: «Hasta aquí hemos llegado». «Gabino no es amigo de conciliábulos ni de conspiraciones vaticanas, y venía observando el proceso con una determinada distancia hasta que consideró que el partido estaba en peligro y decidió actuar», señala un militante popular que ha conocido de primera mano todo. Efectivamente, aunque el regidor había firmado a favor de la candidatura de Cascos tras pedírselo unos amigos comunes y también había destacado en varias ocasiones la valía del político gijonés, De Lorenzo siempre dejó claro que el ex ministro debía venir a Asturias a trabajar en un proyecto común y en equipo.

Sólo el hartazgo del alcalde ovetense hizo que triunfara la oposición a Cascos. Éste, el hartazgo, llegó tras comprobar que Cascos no se posicionaba con claridad, que parecía jugar con el partido y que sus acólitos no ocultaban su intención: «Llevarse por delante con revanchismo a los actuales dirigentes, tanto regionales como locales, pervirtiendo el resultado democrático de los congresos».

En este frente, junto a De Lorenzo, respaldando siempre sus iniciativas, están Ovidio Sánchez, presidente del PP en Asturias, y su lugarteniente y secretario del partido, Fernando Goñi. El bloque sumaría, como nombres representativos, a Joaquín Aréstegui, presidente en Avilés, y a otros miembros de la dirección regional, como María Teresa Mallada, presidenta en Aller; Joaquín Fernández, que dirige la formación en San Martín del Rey Aurelio, e Isabel Pérez Espinosa, representante de Oviedo en la ejecutiva. La diputada Carmen Maniega y el edil ovetense y presidente del comité electoral, Agustín Iglesias Caunedo, cerrarían este frente.

Un tanto más alejada de este bloque, pero compartiendo objetivos, se sitúa Pilar Fernández Pardo, líder del PP en Gijón, diputada nacional (es la que más iniciativas lleva en el Parlamento durante esta legislatura) y látigo de Cascos (le ha hecho morder el polvo en Gijón en varias ocasiones). Entre sus hombres de confianza: Manuel Pecharromán, vicesecretario en la ejecutiva regional, y Luis Crego, secretario en Gijón. Ambos son los fieles escuderos de Pilar Fernández Pardo.

El bando oficial cuenta con el apoyo de la mayoría de las juntas asturianas. Entre ellas, las que primero se significaron frente a Cascos fueron Gijón, Avilés, Aller, San Martín, Navia, Vegadeo, Tineo, Pravia, Parres y Colunga. Ayer también volvieron al grupo varios alcaldes que semanas atrás firmaron a favor de Cascos: los de Siero, Llanera, Gozón y Tapia.

En el otro lado, en el del casquismo, una amalgama integrada por casquistas «pata negra», fieles seguidores del ex ministro, advenedizos, rebotados con la dirección, expulsados de la formación política y simpatizantes en general.

Entre todos, los más representativos resultan: Isidro Fernández Rozada, diputado nacional y presidente del PP en Asturias durante la friolera de dos décadas; la ex delegada del Gobierno Mercedes Fernández; el ex senador Isidro Martínez Oblanca; el diputado regional Pelayo Roces, fiel escudero del ex ministro; el llanisco Fidel Sánchez, y el presidente de Langreo, José Antonio Martínez, que coordinó con Pelayo Roces la recogida de firmas de apoyo a Cascos. Este grupo conformaría el entorno más próximo al ex ministro y ha sido, durante los últimos días, también el más prudente a la hora de hacer valoraciones: han optado casi todos por el silencio. Próximos al político gijonés, también, pero en una línea más alejada, se encuentran los críticos con Pilar Fernández Pardo en Gijón. El enemigo común ha contribuido a cerrar este frente de forma compacta e impenetrable, integrado por nombres como Fernando Landa y muchos ex concejales que han firmado contra Pardo.

Nuevos casquistas. La ex diputada Alicia Castro Masaveu o el concejal ovetense José Suárez Arias-Cachero, «Felechosa», son algunos de los populares que aparecen en las plataformas digitales defendiendo las opciones de Cascos. Hasta hace poco se desconocía su pasión por el ex vicepresidente del Gobierno. Otros que podrían permanecer en el mismo cajón son la alcaldesa de Peñamellera Alta, Rosa Domínguez, y el regidor de Peñamellera Baja, José Manuel Fernández, defensores convencidos de Cascos.

A partir de esta línea de fuego aparece un cajón de sastre de nombres que comparten una misma característica: están todos enfrentados con la dirección del PP en Asturias y apoyan todo lo que implique cargarse a Ovidio Sánchez y romper el orden establecido para volver a gozar de opciones dentro del partido. Algunos de ellos impulsaron URAS, el partido que creó Sergio Marqués tras ser expulsado del PP por Francisco Álvarez-Cascos. El más representativo es Luis Peláez, enemigo declarado de Cascos hace unos años. «Están haciendo espichas para apoyar a Cascos y encima las hacen con descuento porque las organizan en los mismos lugares donde se las hicieron a Marqués», señala un malévolo dirigente popular. Los diputados Reinerio Álvarez, Cristina Coto, Emilio Pérez y Marcial González, que no iban a seguir en la junta, se han unido así a los expulsados de Mieres, a los críticos de Avilés y a los de juntas intervenidas, como Villaviciosa.