El Entrego, Julio VIVAS

A pesar de su fallecimiento hace unos días, Carlos Hugo de Borbón-Parma, el histórico dirigente carlista y aspirante al trono, quedará en la memoria de aquellos que le conocieron, sobre todo en la de sus amigos de aquel 1962 en el que Carlos Hugo decidió suplantar la identidad de un estudiante para trabajar en la brigada de camineros del pozo Sotón de El Entrego, que por aquel entonces aún pertenecía a Duro Felguera. Sigue en la memoria también a través de sus fotografías, las que le pudieron tomar los compañeros y amigos que hizo durante ese tiempo en San Martín del Rey Aurelio. Imágenes que dan cuenta de lo que vivió en Asturias el aspirante al trono y de cómo se acopló a la perfección en la vida diaria de esos mineros. Constante Sánchez, quien llegó a trabar amistad con el dirigente carlista, guarda en su casa una interesante colección de instantáneas de aquel entonces, en el que Carlos Hugo, «el inglés», como le llamaban, era un guaje más en el pozo.

Así, en el álbum aparecen aquellos momentos de asueto que el aspirante al trono compartía con sus compañeros de trabajo en las antiguas instalaciones de la sidrería La Miguela, junto al puente de El Entrego. «Íbamos allí por la tarde, después de trabajar, nos tomábamos unas sidras y hablábamos de nuestras cosas», recuerda Constante. Entre esos pedazos de memoria también aparece una de las hermanas del dirigente carlista, «que vino unas cuantas veces a Asturias y llegó incluso a bajar al interior del pozo Sotón, ataviada con ropa de minero, porque quería saber cómo era la mina por dentro». La llegada de la hermana de Carlos Hugo causó cierto revuelo en San Martín del Rey Aurelio, tanto que no tuvo más remedio que acudir a una recepción en el Ayuntamiento, a la que acudió acompañada por los compañeros de su hermano, entre ellos Constante Sánchez, antes de visitar Covadonga y la Santina.

Pero la amistad con el dirigente carlista fue más allá de Asturias. Así, tras marcharse de la región, el aspirante al trono llegó a invitar a sus amigos a su casa de Madrid. «Nos podíamos juntar unas cuarenta personas, llevábamos sidra y montábamos jaleo. Todo sin miedo a molestar a los vecinos, ya que él nos decía que debajo de su casa vivía Carrero Blanco, así que no había ningún problema», afirma entre risas Constante, quien recuerda que Carlos Hugo «tenía una casa enorme en el barrio de Salamanca». Este grupo de amigos y compañeros también llegó a asistir a varios de los actos que organizaban los carlistas en Montejurra (Navarra), instantes de los que también guarda recuerdos fotográficos Constante, «estaba obligado a acudir a esos actos debido a su posición, así que nos llevaba con él».