Oviedo, J. E. MENCÍA

Chilam Balam, así se llama la vía de escalada de mayor dificultad abierta por el ser humano. Está en Villanueva del Rosario, en Málaga, y tiene una clasificación del 9b+ en la tabla francesa de grados, la más popular entre los aficionados a la montaña. Aún superior, casi al filo de lo imposible, es la vía que se ha propuesto abrir el ex ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, para alcanzar la cima de la lista electoral del PP asturiano y ser candidato en las elecciones autonómicas, a celebrar en mayo del próximo año. El rechazo a las opciones electorales del ex ministro, mostrado ya en varias ocasiones por los dirigentes de más de una treintena de juntas locales, que agrupan al 75 por ciento de la militancia en Asturias, y las tres negativas dadas en sólo un mes por la dirección nacional del PP a las pretensiones del ex vicepresidente del Gobierno de celebrar un congreso extraordinario en Asturias son sólo un ejemplo de los duros obstáculos que está encontrando Cascos en su camino. Estos y otros, igual de complicados, los colocó él mismo Cascos cuando elaboró los estatutos que rigen internamente el PP, unas normas contra las que ahora estrella la mayor parte de las iniciativas que lanza para alcanzar la candidatura.

l La quebrada aclamación. Cascos y sus más estrechos colaboradores intentaron en vano que el ex ministro fuera candidato por aclamación. Cuando daba la impresión de que todo el partido aceptaba su candidatura, aunque fuese a regañadientes, sus exigencias (Cascos quería que los dirigentes regionales le pidieran que fuera candidato y que le fueran a buscar a casa) y, sobre todo, sus intenciones (borrar de un plumazo a la mayor parte de los líderes del PP en Asturias) provocaron un giro radical en la cúpula asturiana y los dirigentes que representan al 75 por ciento de la militancia rechazaron sus opciones como cabeza de lista.

l La corriente de opinión. Fracasada la vía de la aclamación, los fieles del ex ministro impulsaron actos de apoyo a la candidatura y se organizaron en una plataforma de afiliados que inició una recogida de firmas. De momento, aseguran haber recabado 5.500 apoyos. Juan Morales, en la formación Ideas tras perder el último congreso popular con Ovidio Sánchez, presidente regional, llevó a cabo una iniciativa similar en 2006, también muy criticada por la dirección. Presentó ocho mil rúbricas.

Las iniciativas chocan con la hemeroteca. En 2003, Cascos aseguraba: «Es gratis hablar en vano, pero yo he sido diez años secretario general del PP y no encontrarán ustedes un casquista en el partido, primero porque no los hay y segundo porque yo no he querido que los hubiera». Y añadía: «No estoy dispuesto a retroceder a estas alturas de mi vida a las cavernas del fulanismo, porque eso es exactamente lo que representaría un sector personal, volver al fulanismo del siglo XIX y poner a las personas por delante de las ideas».

Al contraplomado que experimentan ahora sus argumentos se suman además los estatutos. El artículo 11, dedicado a las infracciones disciplinarias de carácter muy grave, incluye entre los comportamientos sancionables: «Crear o inducir a la creación de corrientes de opinión organizadas en el seno del partido, y participar en ellas».

Los líderes casquistas también «trabajan» en internet, donde varios partidarios del ex ministro han creado un grupo de apoyo en facebook en el que no han sido raros los comentarios ofensivos contra algunos dirigentes. Todo pese a que los estatutos recogen que «quienes, anticipándose a los procesos electorales internos, establezcan o participen en grupos organizados que perjudiquen los intereses o la imagen del partido, con la publicidad o notoriedad de sus acciones» incurren en infracción muy grave y que los que lleven a cabo «cualquier manifestación pública oral o escrita en los medios de comunicación que suponga descrédito, menosprecio o descalificación de cualquier afiliado», cometen una infracción grave. No todo es lo mismo, así, junto a los «ciberactivistas» más exaltados hay decenas de simpatizantes que simplemente defienden las opciones del ex ministro porque recuerdan su buen hacer y compromiso con Asturias durante su paso por el gobierno que encabezaba José María Aznar.

Claro está también, que la actuación del denominado sector oficial con las comidas de rechazo a Cascos y las reuniones para designar una terna de posibles candidatos, primero, y proponer a la edil ovetense, Isabel Pérez-Espinosa, luego, tampoco se ajustan a lo estatutario.

l La disponibilidad y la residencia. Son muchos en el PP, incluso entre los partidarios de Cascos, que consideran que el ex ministro no ha expresado aún con claridad su intención de ser candidato. La costumbre popular dice que debería hacerlo ante el comité electoral regional, que es el encargado de proponer el cabeza de lista a Madrid. Lo cierto es que los populares suelen alcanzar antes un consenso, un acuerdo interno, en torno al nombre a designar.

l El congreso ordinario. Tras el fracaso de la aclamación, Cascos y sus colaboradores plantearon la celebración de un congreso en el PP de Asturias. Uno de los handicaps para este supuesto lo representa, siempre según los estatutos populares, el hecho de que el ex ministro no está afiliado en el Principado, lo que le impide ser compromisario y optar a un cargo de dirección. La cúpula nacional del PP rechazó la celebración de un congreso antes de las elecciones regionales y se remitió a los plazos establecidos. «Los congresos ordinarios del partido, sea cual fuere su ámbito territorial de competencia, se celebrarán cada tres años», rezan las normas del PP. Desde la dirección nacional se recuerda que en Asturias no toca llevar a cabo uno hasta noviembre de 2011.

l El congreso extraordinario. Cerrada la posibilidad del congreso ordinario, algunos dirigentes casquistas propusieron la convocatoria de un congreso extraordinario, que incluso fue solicitado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y por el mismo ex ministro en una carta remitida a la responsable de Organización, Ana Mato, el pasado mes de junio. La celebración de un cónclave extraordinario requiere que concurran causas excepcionales o que éste sea reclamado por dos tercios de los miembros de la junta directiva regional, integrada por 210 militantes. Los portavoces casquistas, que reiteradamente niegan información a LA NUEVA ESPAÑA, no han sido capaces de reunir hasta ahora ese apoyo ni de escenificar la situación excepcional que en su opinión vive el PP asturiano. El congreso extraordinario no pudo ser forzado en su día ni por el ex presidente Sergio Marqués, que contaba con el apoyo de todo un gobierno regional en sus manos.

l Situación excepcional. Tanto Aguirre como Cascos han comparado la situación de Asturias con la de Baleares, donde se celebró un congreso extraordinario, para exigir la convocatoria del cónclave. En las islas la presidenta Rosa Estarás dimitió de su cargo (fue nombrada eurodiputada) después de que la mitad de los miembros de su dirección fueran imputados en un caso de corrupción. Tanto la dirección del PP nacional como la regional recalcan que la situación de Asturias y la de Baleares no tienen nada que ver. Ante lo que pueda pasar, fuentes de la cúpula popular en el Principado reclamaron ayer a los cuadros y militantes tranquilidad para no entrar en provocaciones. Estas fuentes temen que los más exaltados del casquismo traten de «escenificar con provocaciones» que el partido atraviesa esa situación de excepción para forzar el congreso. «Quieren escándalo», dicen desde el lado oficial.

l Primarias. «Las genialidades sirven para la investigación, pero la política necesita sentido común, y las primarias son un proceso propio de sistemas unipersonales y mayoritarios». Las palabras son de Cascos y las pronunció en abril de 1998 en una entrevista en la revista «Época». Ahora, el ex ministro exige un congreso extraordinario, que equipara a las primarias americanas, en el que cada afiliado de los cerca de 24.000 que tiene el PP en Asturias tenga derecho a voto. Los estatutos populares no contemplan esta posibilidad para congresos que no sean locales y establecen que los cónclaves se celebran entre compromisarios elegidos en sus respectivas territoriales. Tanto Mariano Rajoy, líder nacional, como su número dos, Dolores de Cospedal, y la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, rechazaron esta posibilidad advirtiendo que el PP no es un partido asambleario. El Reglamento de Congresos admite algo así sólo para casos muy excepcionales.

l Otra cima. La tremenda complicación que presenta el camino emprendido por Cascos hacia la cima ha llevado a algunos a interpretar que su objetivo no es ser cabeza de lista en Asturias sino dar lugar, poco a poco, a un clima de opinión en el PP que propicie un congreso nacional para desplazar a Mariano Rajoy en su carrera hacia La Moncloa. ¿En qué se basa esta lectura? El ex ministro ha contado con Esperanza Aguirre como máximo apoyo para tratar de impulsar un congreso extraordinario semejante a unas primarias. Curiosamente, algunos colaboradores de Aguirre, como Iñigo Henríquez, imputado por corrupción en Madrid, impulsaron en 2008, antes del congreso nacional de Valencia, una campaña de recogida de firmas en para pedir primarias en el PP. Además, los datos electorales que esgrimen los dirigentes del casquismo revelan que el PP asturiano evoluciona mejor en las urnas que el nacional con Rajoy, que debería afrontar un cónclave un año antes de las elecciones generales. Van tres del de 2008. «Lo normal es que se deje para después de las elecciones generales», aseguran fuentes populares. Unos u otros, líderes casquistas o líderes aguirristas, la estrategia desplegada es similar a la que puso en juego en su día Sergio Marqués para enfrentarse a Cascos. Resultado: el mayor desastre electoral del PP.