El problema no está en que el alcohol sea una droga más perjudicial que la heroína -algo que ahora se reconoce, pero se ha sabido siempre-, sino en los mecanismos culturales que hacen que no nos pareciera así, ni todavía nos parezca por más datos que nos muestren. Ese hecho cultural, la visión distorsionada de la realidad que nos hace tolerar la adicción al alcohol y los estragos que produce, es una droga en sí misma, acumulada en la conciencia y muy difícil de eliminar. Atención, no se hace aquí campaña contra el alcohol, sino contra la moral de conveniencia en la represión selectiva de los vicios. Supongo que el café y el tabaco tienen bastantes más víctimas que la marihuana, pero los primeros forman parte del estilo de vida de la sociedad honorable, que marca la moral. Personalmente creo que todas las «sustancias» perjudican la salud, pero la hipocresía es también una droga dura.