Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

El mapa del AVE español, el que más kilómetros suma ya de toda Europa, deja en blanco el Noroeste. Cuando se van a cumplir dos décadas desde la inauguración de aquella primera línea entre Madrid y Sevilla -con paradas intermedias en Ciudad Real, Puertollano y Córdoba- la alta velocidad ferroviaria sólo es una realidad palpable en el sur y en el este del país. Segovia y Valladolid son las únicas excepciones a esa acusada tendencia geográfica.

Las comunidades cantábricas, Asturias entre ellas, todavía deberán esperar varios años para disfrutar de un servicio de AVE como el que se acaba de inaugurar en Valencia. De acuerdo con las previsiones del Ministerio de Fomento, las líneas del Principado, de Galicia y de Cantabria no estarán operativas antes de 2015, un plazo especialmente ajustado para el trazado asturiano, que no dispone ni de estudio informativo para el lote de Pola de Lena a Gijón. Por lo que se refiere al País Vasco, el calendario fija para 2016 la llegada de la Alta Velocidad, aunque los técnicos de la UE que siguen la marcha de las obras de la «Y» vasca sostienen que la alta velocidad podría estar en Bilbao en 2013 con una solución provisional.

Tras la reciente inauguración de la línea a Levante, el mapa de la Alta Velocidad Española -un modelo radial con eje en Madrid- se concentra aún más en el Este y el Sur del país. Con Valencia, Cuenca y Albacete ya incorporadas a la red de AVE, la capital de España está conectada con una veintena de localidades, de las que sólo Segovia y Valladolid se hallan al Noroeste.

El despliegue del AVE español arrancó el 21 de abril de 1992 con la entrada en servicio de la línea Madrid-Puertollano-Ciudad Real-Córdoba-Sevilla. Según se explicó entonces desde el Gobierno socialista presidido por Felipe González, la elección de esta conexión obedeció al objetivo de superar lo que se consideraba un «aislamiento» del sur de España en materia de infraestructuras.

Después de aquel primer hito, en 2003 se inauguró el itinerario entre Madrid y Lérida, con estaciones intermedias en Guadalajara, Calatayud y Zaragoza, aunque sin que los trenes pudieran transitar a velocidades por encima de los 200 kilómetros por hora. También en 2003 se puso en servicio el ramal de Zaragoza a Huesca, en la que algunos trenes AVE paran en la pequeña localidad de Tardienta, en los Monegros, que supera ligeramente el millar de habitantes.

De nuevo al Sur, en 2006 abrió el tramo entre Córdoba y Antequera de la línea de AVE a Málaga, tierra natal de la entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. La conexión, con parada en Puente Genil, se completó al año siguiente. En ese 2007 en el que el tren de alta velocidad entraba por primera vez en la estación malacitana María Zambrano, quedaba inaugurado el tramo Madrid-Segovia-Valladolid que es, por el momento, la única conexión de alta velocidad con el Noroeste. A partir de entonces, en 2008, y tras importantes retrasos, comenzó a operar la línea Madrid- Barcelona y, hace sólo unos días, entró en servicio la que va desde la capital de España a Valencia, Cuenca y Albacete.

Tras este despliegue por el sur y por el este del país, el lento desarrollo de las líneas hacia el Noroeste todavía debe esperar a 2012 para la llegada del AVE a Palencia, León y Zamora, un año en el que también está prevista la incorporación de Jerez y de Cádiz a la lista de ciudades españolas con servicio de alta velocidad. Con el tren rápido en servicio en las principales capitales castellano-leonesas, los últimos capítulos del desarrollo radial que sostiene la Alta Velocidad Española desde 1992 se escribirán a orillas del Cantábrico, con la llegada del AVE, entre 2015 y 2016, a las principales ciudades de la Cornisa.