Me conmueve (en tono menor, claro) la historia del congresista de USA que ha tenido que dimitir tras anunciar sus encantos en una página web de contactos. El congresista, divorciado, se quitaba años (39, en lugar de 46) y mostraba el torso desnudo. Un buen chico, agobiado por la soledad, que no había superado el síndrome de los 40, cuando se mira uno al espejo y debe asumir que empieza de veras la cuesta abajo en todo. Christopher Lee, nombre del ex muchacho (como el intérprete de Drácula), se sentía en los 39 y, aunque vivía embalsamado en el ámbar de la política y el Congreso, se creía con derecho a ser también como los demás, a pasear su cuerpo por internet, a ligar del modo que se pueda, a sentirse deseado por alguien y, quién sabe, si hasta querido. Lo denunció su interlocutora virtual, no sabemos por qué, pues él se limitó a pasear por el ciberespacio tan perdido como todos.